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La triaca, antídoto contra venenos


Del "Tratado sobre la triaca", un manuscrito árabe del siglo XIII, seis hierbas para hacer el remedio. En esa época, la medicina árabe era más avanzada que la europea.


Uno de los rivales más formidables que ha tenido Roma, fue el Rey Mitrídates VI. Fue rey de Ponto desde 120 a. C. hasta su muerte en 63 a.C.

De Mitrídates se conoce su incesante actividad guerrera. Este monarca fue una continua molestia para la República, Roma sufrió las Guerras Mitridáticas; la primera contra las legiones de Sila, que fue el vencedor; la segunda contra Lucio Licinio Murena, que acabó en tablas; y la tercera contra Lucio Licinio LúculoAl final fue derrotado por las legiones de Pompeyo. 

Os dejo este interesante enlace 


Tenía este rey un extremado interés en la toxicología y razones fundadas para temer que su muerte no fuera natural, ya que tenía muchos enemigos. Cuando aún era un niño, su madre envenenó a su padre y se hizo virreina; nada le aseguraba que no fuera a hacer lo mismo con él.


Según parece, organizó un auténtico laboratorio dedicado a preparar venenos y a investigarlos sobre animales y seres humanos. El recuerdo, medio histórico, medio legendario, nos lo presenta dedicado a habituarse a los venenos mediante la ingestión de cantidades iniciales muy pequeñas, hasta conseguir inmunizarse a su acción.


Mitrídates VI,

Plinio el Viejo (23-79) nos habla del médico de Mitridates. A él debería atribuírsele el primer antídoto.

La leyenda, apoyada en relatos de Plinio el Joven y Dión Casio, cuenta que por fin dio con lo que buscaba: un antídoto universal que, ingerido en minúsculas, pero periódicas dosis, servía para inmunizarle contra cualquier ponzoña. Ese misterioso brebaje se conoció comúnmente como mitridato (mithridatium).

Cuando fue obvio que la victoria era de las legiones romanas, Mitrídates el Grande prefirió la muerte a caer en manos enemigas. Deseoso de darse muerte, les dio un poderoso veneno a su esposa e hijas, y tomó su dosis. Ellas murieron, él, no. Tuvo que pedirle a un soldado que lo matara con su espada, pues el antídoto, que había tomado durante tanto tiempo, no le permitía morir, no pudo envenenarse y hubo de hacerlo a la romana mediante el brazo de, según unos, un oficial fiel, según otros uno de sus esclavos. 

Cuando Pompeyo se enteró buscó la receta y fue así como los doctores de la antigua Roma se enteraron de la existencia del fabuloso remedio, aunque no todos lo recibieron con entusiasmo.


Víboras para elaborar la Tiaca Magna. Grabado S. XV

Andrómaco, el médico de Nerón (36-68), lo reforma y convierte en otro de más fama y proyección histórica, le añadió la carne de víbora sustituyendo a la de lagarto, haciendo que aumentara su actividad frente a las picaduras de serpiente, pasó a denominarse Triaca de Andrómaco o Triaca Magna. Inicialmente, se utilizó exclusivamente como antídoto, pasando a convertirse, a medida que evolucionaba, en panacea.


La fórmula, que era muy compleja, y que llevaba entre sus ingredientes, además de la carne de serpiente, otros muchos componentes (la Farmacopea Matritensis de 1739 cita sesenta y cinco) entre los que se encontraban el coral, el opio y la tierra sellada (arcilla)

Así nació la Theriaca Andromachi o triaca o teriaca, una versión mejorada del brebaje del fallecido rey de Ponto, que además tenía una proporción más alta de opiáceos y minerales.

Fue reformada por muchos autores, un siglo después, la receta del distinguido médico griego Galeno  eclipsó a todas las otras versiones de triaca que habían aparecido y se convirtió en la panacea universal, es la que figura en casi todas las farmacopeas del S. XVI.


Galeno



El médico bizantino Oribasio del siglo IV, se ocupó de la toxicología y muy probablemente de la Triaca; Pablo de Egina (s. VII), quien también ejercía su profesión en Alejandría, siguió con la tradición de transmitir cuanto se sabía contra los venenos.

El interés científico, y económico, en dar a conocer sus drogas medicinales y los medicamentos compuestos preparados a partir de ellas, se observa en una noticia del año 667. Una legación imperial llegó hasta la remota China y le llevó al emperador Gaozong, como exquisito presente, una buena cantidad de la Triaca magna de Andrómaco

La triaca gozó durante siglos de una gran reputación, no como un mero antídoto contra venenos externos, sino también contra los que creaba el cuerpo humano.

La lista de dolencias que curaba era tan larga como ingredientes tenía, entre ellas: la tos, angina, inflamación del estómago y cólicos, fiebres causadas por problemas de riñón, falta de apetito, migraña, mareos, dificultades auditivas, problemas con el apetito venéreo, locura, parásitos...

El uso de la triaca se extendió hasta finales del siglo XIX, cuando empezó a desaparecer, tras haber sido recetada a reyes y plebeyos de diferentes culturas durante 2.000 años.

Artículo relacionado:



Fuentes:
http://www.analesranf.com/index.php/discurso/article/viewFile/805/770
https://farmaciamarcos.es/historia-farmaceutica/triaca-magna/
http://arqueobit.com/dos-mil-anos-de-miedo-y-un-antidoto-sanador/

Imágenes:
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