Intercambio de mercancías entre la antigua Roma y los Seres.
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Los romanos se referían a los
chinos como los "Seres", el pueblo de la seda, nombre que subrayaba
la asociación principal de China con la producción de seda.
Autores romanos como Plinio el Viejo,
Ptolomeo y Floro escribieron sobre los Seres, describiéndolos como un pueblo
pacífico y solitario, que vivía en el borde del mundo conocido.
Los chinos, a su vez, se referían
a los romanos como "Daqin", un término que transmitía nociones de
grandeza y riqueza, indicativo de la percepción china de Roma como una
nación poderosa y sofisticada en Occidente.
Textos chinos como el
"Weilüe" y el "Hou Hanshu" proporcionaron descripciones
detalladas del Imperio Romano, su geografía, estructura política y costumbres,
aunque a menudo estaban intercaladas con inexactitudes y exageraciones.
Intercambio de mercancías
La Ruta de la Seda no era una
ruta única, era un conjunto de rutas interconectadas que facilitaban el
intercambio de bienes, ideas y personas entre continentes.
El intercambio de mercancías
entre la antigua Roma y la antigua China fue el alma de la Ruta de la Seda,
impulsando la prosperidad económica y fomentando el enriquecimiento cultural a
lo largo de su extensa red.
El atractivo de los productos
exóticos y la promesa de riqueza impulsaron a comerciantes, y aventureros, a
embarcarse en arduos viajes a través de desiertos, montañas y estepas, salvando
la distancia entre Oriente y Occidente.
La seda china, el producto
homónimo y más codiciado de la Ruta de la Seda, ocupaba un lugar especial en la
sociedad romana.
El deseo romano por la seda era insaciable y se convirtió en un elemento básico de los guardarropas de emperadores y senadores, adornando los pasillos de los palacios y los altares de los templos.
La importación de seda tuvo un
impacto significativo en la economía romana, dando lugar a discusiones y
debates entre escritores contemporáneos sobre la salida de metales preciosos,
particularmente oro y plata, hacia Oriente a cambio de este preciado tejido.
El historiador romano Plinio el Viejo lamentó la salida de oro y plata hacia Oriente a cambio de artículos de lujo, lo que generó debates sobre las implicaciones económicas de dicho comercio.
Entre los alimentos, importados desde china, destacaba la sal negra, el jengibre, la pimienta, las barras de azúcar (posiblemente la caña de azúcar) e incluso arroz. Esto último está atestiguado gracias a los restos de arroz en forma de semillas y cáscaras que se han descubierto en Berenice (Egipto). También se comerciaba con objetos preciosos como jades, gemas, oro, plata, ámbar, alabastro, amatistas, ágatas, cinabrio, jaspe, coral, lozas egipcias, estatuillas de bronce, vidrio chino de diferentes colores (liuli).
A demás de la seda, se comerciaba con alfombras y bordados de oro, damascos, textiles con motivos occidentales, gasas y baldaquinos. Pero también están atestiguados los perfumes y hierbas que se comerciaban, estaban el acónito blanco, el incienso, cúrcuma y plantas aromáticas.
Por el contrario, el Imperio
Romano exportó una variedad de bienes a Oriente, enriqueciendo los mercados de
la dinastía Han y más allá.
Animales y sus productos con los que se comercia incluía perlas, marfil, cauries grandes, caparazones de tortuga, plumas de Martín pescador, caballos de Siria y Arabia, elefantes, osos de Hispania y Numidia, rinocerontes africanos, comadrejas y mangostas. Aunque el transporte de osos y rinocerontes no está muy claro que se hiciera, y que más bien hace referencia a las partes que interesaban para su comercio.
Mujeres de la dinastía Song inspeccionando un rollo de seda. Siglo XII d.C. Pintado sobre seda. (Museo de Bellas Artes, Boston, EE. UU.)
La cristalería romana, famosa por
su claridad y artesanía, era muy apreciada en China, donde a menudo era
enterrada con la élite como símbolo de estatus. Los metales preciosos, incluidos el oro y la plata, se intercambiaban por lujos orientales, lo que contribuía a la circulación de la riqueza y al desarrollo de la acuñación de monedas en la región. El vino, un elemento básico de la cultura romana, se introdujo en Oriente, donde fue adoptado como una bebida exótica y prestigiosa.
Los romanos se maravillaban ante la belleza y finura de la seda china, que a menudo se creía que estaba tejida con las nubes o el rocío de la mañana.
Los chinos, por su parte, estaban
intrigados por la cristalería romana, que consideraban una forma de jade
precioso, atribuyéndole propiedades místicas.
Los académicos debaten la
magnitud de este desequilibrio comercial y sus efectos en las economías de Roma
y China. La escasez de datos cuantitativos
y la naturaleza diversa de las economías involucradas hacen difícil evaluar el
verdadero alcance y significado del intercambio económico.
Fuentes:
El comercio entre China y Roma a
través de la Ruta de la Seda durante el Principado. Gladius et stius.
Como todos tus posts, nos lleva a conocer las diversas facetas de la vida romana. Gracias.
ResponderEliminarUna información muy interesante, Maribel.
ResponderEliminarNo pensaba que fuera tan activo el comercio entre Roma y China.
Un fuerte abrazo :-)