Danzas guerreras romanas

Maribel Bofill Maribel Bofill febrero 08, 2021

Danzas guerreras romanas

La danza pírrica. Jean Leon Gerome, 1885

Uno de los estilos de danza más extendidos en la antigüedad son las danzas guerreras.

Danzas guerreras

Desde los primeros tiempos se representaban coreografías militares, que variaban según las motivaciones que las inspiraban.

Las danzas se distinguen en:

Danzas guerreras, si reproducían los movimientos de ataque.

Danzas armadas, si se representaban con el manejo y choque de las armas.

Estas danzas militares se valoraban mucho porque eran una buena preparación física y mental para los ejecutantes. También estaban vinculadas a la celebración de ritos de fertilidad, transición y acontecimientos destacados como funerales o el triunfo de un general.

En la guerra, la danza tiene una destacada presencia: el movimiento del cuerpo y él embiste de las armas proporcionaba un buen entrenamiento a los guerreros en los momentos previos al combate, sirven para animar a las tropas para alejarles del peligro o como amenaza para asustar al enemigo.

Al terminar la batalla también se danzaba, se realizaban bailes para ahuyentar a los espíritus de los enemigos caídos en la lucha, para celebrar la victoria o para contribuir a las honras de los combatientes caídos.

En las representaciones escénicas era habitual que se representara guerreros danzando de manera seria o burlesca. Estas danzas imitaban el desarrollo de una lucha.

Desde tiempos de Rómulo, los jóvenes, expertos en las armas, hacían exhibiciones conmemorativas.

La cofradía de los Salios, uno de los colegios sacerdotales más importantes de Roma, basaban su ritual en el transporte de escudos sagrados al ritmo del tripudium (Secuencia de pasos o movimientos rítmicos realizados en coordinación con la música.)

Danza pírrica, Lawrence Alma-Tadema, 1869

Tipos de danzas guerreras:

La Bellicrepa,

Es una danza armada de los tiempos de Rómulo que conmemora, en cierto modo, el rapto de las sabinas. El baile se denomina bellicrepa, aunque solo figura un fragmento descontextualizado de Ennio.

La danza de los Salios.

Cuenta la leyenda que el rey Numa fue obsequiado con un escudo divino caído del cielo y que para protegerlo, mando construir once réplicas exactas. Estos escudos fueron cuidadosamente depositados en la Curia y, junto al original, acabaron constituyendo el símbolo del poder de Roma. El rey encargó la custodia de los escudos a un colegio formado por doce miembros de origen patricio que, por su característico modo de moverse en procesión, llevaban el nombre de Salios "danzantes".

Esta danza que ejecutaban los sacerdotes Salios era arcaica, rutinaria y fácil, Séneca la compara con el movimiento de los fullones al golpear con sus pies los tejidos en las cubas de lavado, en las tintorerías.

“Existen ejercicios fáciles y breves que sin consumir demasiado tiempo y sin mucho esfuerzo distienden el cuerpo, que debemos tener muy en cuenta: correr, manejar las pesas y el salto, sea en alto o en largo, o bien el así llamado "saliar", o como se dice más irreverentemente, "el batanero": de práctica simple, fácil, elige el que más te plazca de todos ellos.”

Más que una danza artística, los Salios golpeaban con fuerza el suelo hasta el punto que Catulo (XVII, 5) la considera una prueba de la solidez de un puente y dice a una ciudad a la que llama Colonia, cuyo puente era muy frágil:

(...) ojalá te hagan un buen puente a tu gusto, en el que puedan celebrarse hasta los ritos de los salios.

Esta danza estaba compuesta de tres movimientos, los salios golpeaban la tierra tres veces con los pies. Sabemos que existía el praesul, el corifeo de la danza, que bailaría en primer lugar él solo, y después los demás repiten sus pasos.

"Cuando el praesul ha danzado, es necesario que la cofradía baile a su vez" Lucilio Praesul

“Ataviados con la trabea y una túnica de tonalidad púrpura, y con toga ceñida con cinturón de bronce y llevando un lujoso casco en forma de cono del mismo material, sostenían, cada uno de ellos, con una mano las rodelas sagradas, con la otra mano una daga corta con la que las golpeaban produciendo un atronador ruido” (Dionisio de Halicarnaso Historia Antigua de Roma 2.70).

“Mientras permanecían en procesión, iban custodiados por tres profesionales: el magister, el praesul o instructor de danza que los había adiestrado y un cantor solista o vates; al acercarse a un lugar divinizado, interrumpían la procesión y procedían a danzar y golpear con las dagas las rodelas, cantando en honor a los dioses armados como Ares “(Luciano, De Saltatione 20.1)

La Pírrica romana.

La pírrica es la representación coreográfica de un combate, donde los bailarines, equipados normalmente con lanza y un escudo, imitan todo tipo de movimientos de defensa y ataque.

Esta danza se documenta en muchas regiones de Grecia y Asia Menor, pueden ser practicadas por hombres y mujeres en todo tipo de ambientes y, con el tiempo, pasa a convertirse en un espectáculo de pantomima.

En Roma, la pírrica se conoce a partir del s.l d,C., momento en el que la danza armada de influencia griega pierde sus connotaciones rituales y se representa en su forma más espectacular, como resultado de una contaminación entre estilos y de influencia de la pantomima.

Suetonio afirma que la pírrica fue ya representada públicamente a instancias de Julio César, cuando mandó que la practicaran unos jóvenes de buena familia procedentes de Asia y Bitinia.

La danza de los Arvales.

La danza de los Arvales no se celebraba al aire libre, sino dentro del templo situado en el lucus, por sus características se parece más bien a un ejercicio guerrero que a una danza. Parece que en un primer momento, la tarea de la cofradía era asegurar el éxito de las batallas mediante violentas danzas de naturaleza guerrera.