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Libros sobre la antigua Roma

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las bibliotecas romanas.









Las bibliotecas de Roma fueron concebidas para la selección y conservación de la memoria histórica de Roma. En un principio las bibliotecas fueron de carácter privado, siendo después de la república cuando surgieron las primeras bibliotecas públicas.



Origen de las bibliotecas.



Cuando los gobernadores y generales romanos regresaban de Oriente, cargados de obras de arte, oro y plata, también lo hacían acompañados de esclavos bien cualificados, rehenes de élite y rollos y más rollos de papiro.
Los hombres del Lacio, así como sus aliados itálicos, se familiarizaron desde los primeros tiempos con la cultura griega, gran conocedora de libros y con verdaderas bibliotecas.
Tanto Cicerón, gran lector, Catón y Varrón, nos dan cuenta de que individuos de condición social modesta leían o escuchaban libros de historia (voluptas) por el mero placer de la lectura.
Por ese motivo tanto César como Nepote, llegaron a grandes grupos de lectores que no formaban parte de la élite de hombre culto como ellos.
Según Ovidio, Augusto albergaba la esperanza de llegar a “ser leído por el pueblo llano”.


Las colecciones particulares de Lúculo, Sila, Emilio Paulo o los Escipiones eran célebres, colecciones que se hicieron al regresar de oriente cargado de volumina (pequeños volúmenes).
Un hito célebre fue el traslado de la biblioteca del rey Perseo de Macedonia, vencido en Pidna en 168 a.C. y con ello llego también el comercio librero, la práctica editorial, y la organización de la biblioteca, todo ello técnicas del mundo helenístico, que los romanos incorporaron a la hora de copiar seleccionar, catalogar y conservar en lengua latina.
Uno de los primeros romanos en introducir libros en Roma fue Emilio Paulo, que trajo la biblioteca del rey Perseo. Después Lúculo como parte del botín del Ponto.
César confió a Varrón organizar una gran biblioteca. 

La biblioteca privada fue la primera, la biblioteca pública surgió después de la época republicana.
Es curioso que los nobilitas senatoriales hicieran bien poco para dar un servicio al lector normal y corriente, y que fuera alguien más próximo al pueblo y a la monarquía como Julio César, quien sentó los cimientos de una nueva política cultura. César consiguió que Varrón gran bibliófilo, dirigiera la primera biblioteca pública, que no llego a buen término por el asesinato del dictador. 
Fue en el año 39a. C. que Asinio Polión hiciera realidad el proyecto de César en el Atrium Libertiatis cerca de la curia.
Se sabe poco de este templo de la lectura, al parecer sus tesoros se repartían en dos secciones: Textos latinos, por un lado, y textos griegos, por otro. Es probable que esta primera biblioteca incluyese un archivo público, herencia del tabularium.








Con la Pax Augusta, la población poco a poco se fue alfabetizando, por lo que tanto, las clases altas, como los plebeyos y de mediano estatus, se convirtieron en compradores y lectores potenciales. A tan alta escala de lectores era normal que apareciera una nueva institución estatal: la biblioteca pública.
Con Augusto se fundaron dos bibliotecas de libre acceso, ambas eran bilingües, ya que la roma cultivada dominaba los dos idiomas, el latín y el griego; una en el Pórtico de Octavia, la bibliotheca Octaviae destruida en el incendio del 180.; y otra sobre la colina del Palatino, en 28 d.C., que siguió en pie hasta la época de Constantino.
Estaban organizadas como dos salas de lectura y depósito librorum, absidales y contiguas, donde se repartían ambas colecciones (griega y latina) se abrían a un pórtico exterior, para pasear y entretenerse con los textos; en el interior en las paredes había nichos donde los armarios guardaban los volúmenes entre estatuas de poetas y oradores.

La diferencia de la biblioteca romana y la helenística radicaba en que la sala de lectura y el depósito de volúmenes estaban en un solo ambiente, al contrario del modelo griego, donde ambos espacios estaban separados.
En las bibliotecas imperiales, era donde se admitían o rechazaban las obras atendiendo a criterios literarios, filosóficos, morales o políticos. Uno de los rechazos más célebres fueron las obras de Ovidio.


Biblioteca Ulpia en el Foro de Trajano (Ilustración de James E. Packer)

Tiberio fundó dos bibliotecas en Roma, una junto al templo de Divo Augusto (bibliotheca templi divi Augusti) que funcionó  hasta el siglo IV, y otra en su propio palacio, la bibliotheca domus Tiberiana, cuyos fondos minimizados por sucesivos incendios aún podían ser consultados en el reinado de Majencio.
En Roma los ediles y en provincias los magistrados, por senadoconsulto, ordenaron la cremación de obras de autores por «asertos audaces». Estas obras fueron eliminadas de las bibliotecas públicas, no así de las privadas. Se penalizaba la circulación comercial de títulos prohibidos.

La biblioteca del templo fue terminada con Calígula, queriendo suprimir las obras de Homero de todas las bibliotecas imperiales y casi las de Virgilio y Tito Livio.
Era costumbre entre los romanos pudientes financiar algunos escritos raros de gramáticos y anticuarios latinos para las bibliotecas.
Vespaciano creo un nuevo centro bibliotecario en el complejo monumental, financiando su construcción con el botín de la guerra y la conquista de Jerusalén, el templum Pacis.
Este recinto estaba construido en un patio porticado con el templo en su cabecera, se habilitaron estancias para conservar el fondo de textos tanto griegos como latinos.

Esta biblioteca, busco tener una especialización de escritos raros, a obras menos conocidas, relativas a la antigüedad latina, etrusca, itálica y romana.
Gracias a la supervivencia del imperio romano de Oriente, se lograron salvaguardar la cultura romana antigua que hubiera desaparecido con la caída del Imperio romano de occidente.
Bizancio se convirtió en un destacado foco cultural. Constantino fundó una gran biblioteca  que existió hasta la caída de Constantinopla en 1453. 

Hay documentadas las siguientes bibliotecas públicas romanas.:

Bibliotheca in Atrio Libertatis
Bibliotheca Templi Apollinis
Bibliotheca Porticus Octaviae
Bibliotheca Templi Augusti
Bibliotheca Domus Tiberianae
Bibliotheca in Templo Pacis
Bibliotheca in Foro Traiano
Bibliotheca in Capitolio
Bibliotheca in Templo Aesculapii



Fuentes:
Manual de bibliotecas, Madrid f.g.s.r 1990
Martines de Sousa . manual de fuentes de información
Apuntes de técnicos auxiliares de biblioteca.

Imágenes:
Biblioteca Ulpia en el Foro de Trajano (Ilustración de James E. Packer

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