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Vitelio, el emperador glotón

Un banquete romano. Óleo por Roberto Bompiani. Final siglo XIX. Museo Getty, Los Ángeles.

Aulo Vitelio Germánico (15-69 d.C.)

 
Aulo Vitelio Gelmánico apenas reinó nueve meses, pero fue el más extravagante de todos.

Para conseguir poder, no dudo en adular a emperadores: Fue amante de Tiberio, Calígula lo admiro por su destreza con los caballos, muy cercano a Claudio y apreciado por  Nerón, a quien no dejaba de regalar los oídos. El favor de estos tres emperadores le lleno de honores y hasta tuvo dignidades de sacerdocio.

Aulo Vitelio Germánico, cuyo nombre de nacimiento era  Aulo Vitelio, fue conocido comúnmente como Vitelio. Proclamado emperador de Roma  tras la muerte de Galba y Otón, su reinado duro desde el 17 de abril de 69 hasta el 22 de diciembre de ese mismo año.

Fue el primer emperador que  añadió el cognomen honorífico de Germánico a su nombre, en vez del de César.

Hijo de Lucio Vitelio, se educó al lado del  emperador Tiberio, donde presenció y participó en los desmanes que se llevaron a cabo en la isla de Capri.

En el año 48 d.C. por medio de adulaciones consiguió ser cónsul y procónsul de la provincia romana de África en el año 61 d.C. Sirvió como legatus a las órdenes de su hermano, a quien sucedió en su puesto.

Se labró una buena reputación en Roma desempeñando diversos cargos administrativos. Contrajo matrimonio con Petronia, de la que tuvo un hijo llamado Petroniano; Vitelio emancipó al joven, al que su madre había hecho heredero, para después asesinarle acusándole de parricidio.

Casado en segundas nupcias con Galeria Fundana, con la que tuvo dos hijos.

Cuando estaba terriblemente acosado por las deudas, el emperador Galba, contra la opinión general, le otorgó el mando supremo de las legiones romanas de Germania inferior. Galba, dijo que no hay gentes menos peligrosas que las que solo piensan en comer y que Vitelio necesitaba las riquezas de una provincia para satisfacer su insaciable glotonería.

Se sabía que ni siquiera poseía el dinero necesario para viajar. Sus negocios iban tan mal, que su esposa y sus hijos se quedaron en Roma, fueron a vivir a una casucha para poder alquilar su casa y para los gastos del camino tuvo que empeñar una perla de su madre. Por todas partes era perseguido por los acreedores.

Gracias a su carácter cercano y su flexible disciplina se ganó el afecto de sus soldados.

Aulo Vitelio

Cuando Galba fue asesinado a manos de Otón, Vitelio fue nombrado emperador por sus propias tropas con el sobrenombre de Germánico. 

Mientras en Roma, Otón fue aclamado emperador por el Senado. Conocedor de la fuerza y la confianza que tenían en Vitelio gran parte del ejército que comandaba, propuso una paz basada en el reparto del Imperio, propuesta que fue rechazada por Vitelio.

Al enterarse de la muerte de Galba, puso en orden los asuntos de Germania y dividió sus huestes en dos cuerpos: uno que se adelantó marchando contra Otón y otro cuyo mando se reservó.

Las tropas de Germania, marcharon al encuentro de las tropas del emperador Otón, Tras una serie de victorias iniciales, las tropas imperiales fueron aplastadas en la primera batalla de Bedriacum, que tuvo lugar a los pies del río Po en abril del año 69 d.C.

Al llegar a la llanura donde se dio la batalla, algunos de los suyos retrocedían con horror ante los cadáveres en putrefacción; entonces dijo esta frase execrable:

El enemigo muerto siempre huele bien, y mejor aún si es ciudadano.

Tras la derrota, el emperador Otón se suicidó sin esperar la llegada de los refuerzos acantonados en Dalmacia, Panonia y Misia. Vitelio emprendió el camino triunfal que le llevaría a Roma, donde fue proclamado emperador por el Senado a primeros de julio del año 69 d.C.

Una vez asentado en Roma, una de sus primeras medidas fue dar muerte a los asesinos de Galba, de quien se erigió vengador. También reorganizó las cohortes pretorianas con sus propios hombres, para evitar  posibles traiciones.

Por edicto licenció, a las cohortes pretorianas, y les mandó librar las armas a los tribunos. Hizo perseguir y castigar con la muerte a ciento veinte soldados, de los cuales había encontrado memoriales dirigidos a Otón pidiéndole recompensas por la parte que tomaron en el asesinato de Galba.

Vitelio se mostró siempre muy hostil con la nobleza del senado, relegándola de numerosos cargos, sustituyéndolos por miembros del orden ecuestre.

No había rastro de disciplina en su servidumbre, ni tampoco entre los soldados, las violencias y robos que cometían eran para el objeto de mofa.

Bodegón con cesto de fruta y vasijas (Pompeya, c. 70 a. C.)

Según Suetonio Vitelio, pasaba el día con comilonas, orgías y asesinatos, ocupaciones que le granjearon importantes enemistades.

Sus vicios principales eran la glotonería y la crueldad. Comía ordinariamente tres veces al día y a veces cuatro, designándolos almuerzo, comida, cena y colación.

Cornelio Tácito, en su libro «Historia», escribió:

Él tenía una pasión desagradable, insaciable por los alimentos. Los caminos que llevaban desde los dos mares, temblaban bajo el estruendo de los carros, que cargaban todo lo que podría excitar su apetito. En las ciudades se organizaban fiestas, acabando con el suministro urbano de alimentos”. El emperador, incluso, llegaba a robar las ofrendas de comida hechas a los dioses en los templos romanos.

Le encantaban las ostras, y era capaz de comer 1200 en una sola tarde. Organizaba varias fiestas al día y gastó, en el poco tiempo que duró su reinado, unos 900 millones de sestercios solo en comida.

Ningún festín de los que realizaba en su casa costó menos de cuatrocientos mil sestercios. El banquete más famoso fue la cena que dio en honor de su hermano el día de su entrada en Roma; se sirvieron en ella dos mil peces y siete mil aves. Inauguro un plato de enormes dimensiones, al que llamaba fastuosamente escudo de Minerva protectora.

Habían mezclado en él hígados de escaro, sesos de faisanes, lenguas de flamencos y huevos de lampreas. Barcas y trirremes habían ido a buscar estas cosas desde el país de los partos hasta el mar de Hispania”. Suetonio

Plinio escribió que para preparar este plato se tuvo que construir un horno al aire libre.

Se mezclaron los ingredientes más exóticos: peces de muchas especies, hígados de escaro, morena, huevos de Lamprea, sesos de faisán y de pavo real, entre otras magnificencias, también había lenguas de flamenco, que para conseguir la cantidad suficiente envió barcos desde Pafia hasta Hispania.

Algunos cronistas detallan que en las ceremonias más importantes Vitelio hacía servir sus alimentos en una bandeja humana, protagonizada por una joven completamente desnuda.

Estos banquetes se llevaron a cabo básicamente con el fin de demostrar poder y riqueza. De hecho, el lujo y la buena comida y bebida estuvieron a disposición de las mesas.

Su voracidad sin límites, también  era sucia y desordenada. Comía sobre los mismos altares carnes y pastelillos, que mandaba cocer en ellos, y por los caminos tomaba en las tabernas platos humeando aún, o que, servidos el día anterior, estaban medio devorados.

En todo momento estaba dispuesto a ordenar asesinatos y suplicios, sin distinción de personas y por cualquier pretexto; hizo morir de diferentes maneras a nobles romanos, hasta enveneno a uno de ellos por su propia mano.

No tuvo otra norma que los consejos y caprichos de los histriones más viles, de los aurigas y, especialmente, del liberto Asiático.

A los ocho meses de su reinado se sucedieron revueltas en las provincias de Mauritania, Misia, Panonia y Siria, donde el emperador no tenía el aprecio de las tropas.

Vespasiano, jefe de los ejércitos de Judea, molesto por el comportamiento de Vitelio con las tropas del Rin, a quienes les debía el trono, movilizo un contingente en su contra y fue nombrado emperador por el prefecto de Egipto.

Una parte de las tropas rebeldes, mandadas por el gobernador de Siria, emprendió la marcha a Roma. Los ejércitos del Danubio, se unieron rápidamente a la marcha.

Vitelio fue traicionado por los mismos que lo habían coronado. La inmediata entrada en Roma de las tropas de Vespasiano provocó el pánico en la ciudad.

Un Vitelio, acorralado, trató de abdicar mediante negociaciones, pero su guardia pretoriana lo impidió. La entrada triunfal en Roma de Vespasiano se produjo el 20 de diciembre. Vitelio intentó salvar su vida y huir, pero fue apresado y asesinado con gran crueldad por sus propias tropas, quienes entregaron su cuerpo al populacho.

Le llevaron casi desnudo al Foro, las manos atadas a la espalda, una cuerda al cuello y las ropas destrozadas, unos le tiraban de los cabellos otros, le empujaban la barba con la punta de la espalda le arrojaban fango y excrementos, le llamaban borracho e incendiario; parte del pueblo hacía burlar hasta de sus defectos corporales Cerca ya de las Gemonias le desgarraron, a pinchazos con las espadas y por medio de un gancho lo arrastraron hasta el Tíber.

Murió a los cincuenta y siete años de edad.

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