Vitelio, el emperador glotón
Aulo Vitelio Germánico (15-69 d.C.)
Aulo Vitelio Germánico, cuyo nombre de nacimiento era Aulo Vitelio, fue conocido comúnmente como
Vitelio. Proclamado
emperador de Roma tras la muerte de
Galba y Otón, su reinado duro desde el 17 de abril de 69 hasta el 22 de
diciembre de ese mismo año.
Fue
el primer emperador que añadió el
cognomen honorífico de Germánico a su nombre, en vez del de César.
Hijo
de Lucio Vitelio, se educó al lado del emperador Tiberio,
donde presenció y participó
en los desmanes que se llevaron a cabo en la isla de Capri.
Se labró una buena reputación en Roma desempeñando diversos cargos administrativos. Contrajo matrimonio con Petronia, de la que tuvo un hijo llamado Petroniano; Vitelio emancipó al joven, al que su madre había hecho heredero, para después asesinarle acusándole de parricidio.
Casado
en segundas nupcias con Galeria Fundana, con la que tuvo dos hijos.
Cuando
estaba terriblemente acosado por las deudas, el emperador Galba, contra la
opinión general, le otorgó el mando supremo de las legiones romanas de Germania
inferior. Galba, dijo que no hay gentes menos
peligrosas que las que solo piensan en comer y que Vitelio necesitaba las
riquezas de una provincia para satisfacer su insaciable glotonería.
Se
sabía que ni siquiera poseía el dinero necesario para viajar. Sus negocios iban
tan mal, que su esposa y sus hijos se quedaron en Roma, fueron a vivir a una
casucha para poder alquilar su casa y para los gastos del camino tuvo que
empeñar una perla de su madre. Por todas partes era perseguido por los
acreedores.
Gracias
a su carácter cercano y su flexible disciplina se ganó el afecto de sus
soldados.
Mientras
en Roma, Otón fue aclamado emperador por el Senado. Conocedor de la fuerza y la
confianza que tenían en Vitelio gran parte del ejército que comandaba, propuso
una paz basada en el reparto del Imperio, propuesta que fue rechazada por
Vitelio.
Al
enterarse de la muerte de Galba, puso en orden los asuntos de Germania y dividió
sus huestes en dos cuerpos: uno que se adelantó marchando contra Otón y otro
cuyo mando se reservó.
Las
tropas de Germania, marcharon al encuentro de las tropas del emperador Otón,
Tras una serie de victorias iniciales, las tropas imperiales fueron aplastadas
en la primera batalla de Bedriacum, que tuvo lugar a los pies del río Po en
abril del año 69 d.C.
Al
llegar a la llanura donde se dio la batalla, algunos de los suyos retrocedían
con horror ante los cadáveres en putrefacción; entonces dijo esta frase
execrable:
El
enemigo muerto siempre huele bien, y mejor aún si es ciudadano.
Tras la derrota, el emperador Otón se suicidó sin esperar la llegada de los refuerzos acantonados en Dalmacia, Panonia y Misia. Vitelio emprendió el camino triunfal que le llevaría a Roma, donde fue proclamado emperador por el Senado a primeros de julio del año 69 d.C.
Una vez asentado en Roma, una de sus primeras medidas
fue dar muerte a los asesinos de Galba, de quien se erigió vengador. También reorganizó
las cohortes pretorianas con sus propios hombres, para evitar posibles traiciones.
Por
edicto licenció, a las cohortes pretorianas, y les mandó librar las armas a los
tribunos. Hizo perseguir y castigar con la muerte a ciento veinte soldados, de
los cuales había encontrado memoriales dirigidos a Otón pidiéndole recompensas
por la parte que tomaron en el asesinato de Galba.
Según
Suetonio Vitelio, pasaba el día con comilonas,
orgías y asesinatos, ocupaciones que le granjearon importantes enemistades.
Cornelio
Tácito, en su libro «Historia», escribió:
“Él tenía una pasión
desagradable, insaciable por los alimentos. Los caminos que llevaban desde los
dos mares, temblaban bajo el estruendo de los carros, que cargaban todo lo que
podría excitar su apetito. En las ciudades se organizaban fiestas, acabando con
el suministro urbano de alimentos”. El emperador, incluso, llegaba a robar las
ofrendas de comida hechas a los dioses en los templos romanos.
Algunos
cronistas detallan que en las ceremonias más importantes Vitelio hacía servir
sus alimentos en una bandeja humana, protagonizada por una joven completamente
desnuda.
Estos
banquetes se llevaron a cabo básicamente con el fin de demostrar poder y
riqueza. De hecho, el lujo y la buena comida y bebida estuvieron a disposición
de las mesas.
En todo momento estaba dispuesto a ordenar asesinatos y suplicios, sin distinción de personas y por cualquier pretexto; hizo morir de diferentes maneras a nobles romanos, hasta enveneno a uno de ellos por su propia mano.
No
tuvo otra norma que los consejos y caprichos de los histriones más viles, de
los aurigas y, especialmente, del liberto Asiático.
A
los ocho meses de su reinado se sucedieron revueltas en las provincias de
Mauritania, Misia, Panonia y Siria, donde el emperador no tenía el aprecio de las tropas.
Vespasiano, jefe de los ejércitos de Judea,
molesto por el comportamiento de Vitelio con las tropas del Rin, a quienes les
debía el trono, movilizo un contingente en su contra y fue nombrado emperador
por el prefecto de Egipto.
Una
parte de las tropas rebeldes, mandadas por el gobernador de Siria, emprendió la
marcha a Roma. Los ejércitos del Danubio, se unieron rápidamente a la marcha.
Vitelio
fue traicionado por los mismos que lo habían coronado. La inmediata entrada en
Roma de las tropas de Vespasiano provocó el pánico en la ciudad.
Un
Vitelio, acorralado, trató de abdicar mediante negociaciones, pero su guardia
pretoriana lo impidió. La entrada triunfal en Roma de Vespasiano se produjo el
20 de diciembre. Vitelio intentó salvar su vida y huir, pero fue apresado y
asesinado con gran crueldad por sus propias tropas, quienes entregaron su
cuerpo al populacho.
Le
llevaron casi desnudo al Foro, las manos atadas a la espalda, una cuerda al cuello
y las ropas destrozadas, unos le tiraban de los cabellos otros, le empujaban la
barba con la punta de la espalda le arrojaban fango y excrementos, le llamaban
borracho e incendiario; parte del pueblo hacía burlar hasta de sus defectos
corporales Cerca ya de las Gemonias le desgarraron, a pinchazos con las espadas
y por medio de un gancho lo arrastraron hasta el Tíber.
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