La marina romana en la primera guerra púnica.
Cartago, se enfrentaba al pequeño poderío continental romano, ejercía su hegemonía entre las Sirtes y Gibraltar, se instalaron en Sicilia y en Cerdeña, explotaron los minerales del sur de España.
Los cartagineses eran comerciantes y, sobre todo, navegantes. Su flota de guerra era poderosa y combativa. Cartago se convierte en el principal enemigo de Roma y el obstáculo mayor al imperialismo romano entre el siglo III y mediados del siglo II.
En el año 264 a.C. comenzó la primera de las guerras púnicas, Roma parecía tener a primera vista una estrategia naval poco sólida, incoherente y superficial; en realidad, no se debía únicamente a su falta de tradición marítima, sino a la necesidad; el Senado romano no tenía libertad para hacer lo que creyera más oportuno debía contar con la opinión pública, no solo de la ciudad de Roma sino que también de las otras ciudades de Italia: "El mar” no les resultaba muy familiar a los romanos, sobre todo trataban de evitar el combate naval; si se decidía construir navíos, era Roma quien soportaba los gastos y eran romanos los que debían servir como soldados marinos sobre los bastiones de la flota, pero correspondía a los aliados italianos de Roma conseguir la mayor parte de las tripulaciones y los remeros".
El Senado no podía convencer a los romanos, poco
conocedores de las cosas navales. La construcción de una nueva flota, después de
una victoria, les parecía absurdo.
Las enormes pérdidas en vidas humanas debido a las acciones militares o a las tempestades, diezmaron literalmente la población masculina adulta de Roma. Alrededor de 50.000 hombres. Roma no pudo reponerse en el mar entre el 249 y 243.
Entre, el 257 y 256, los romanos construyeron una flota más poderosa que la del año 260, lo que representa el segundo gran programa de construcción de toda la guerra que dura desde el 264 al 241. Fue la puesta en servicio de la flota, enteramente nueva y muy eficaz, la que logró la victoria de las islas Agades bajo el mando de un almirante excepcional, el cónsul Cayo Lutecio Cátulo.
Las enormes pérdidas en vidas humanas debido a las acciones militares o a las tempestades, diezmaron literalmente la población masculina adulta de Roma. Alrededor de 50.000 hombres. Roma no pudo reponerse en el mar entre el 249 y 243.
Como parte de las primeras escaramuzas de la Primera Guerra Púnica, los romanos capturaron un barco de guerra de Cartago que se había encallado. La nave era de reciente introducción en las armadas del Mediterráneo y poseía cinco bancos de remos, con capacidad para 300 remeros, lo que la hacía más grande y pesada que las conocidas hasta entonces, tiradas por tres bancos de remos.
El tamaño de los barcos era de vital importancia en las batallas navales, por lo que los romanos empezaron a construir embarcaciones basándose en el modelo capturado. Por ese motivo, la primera armada romana nacería con potentes barcos, superiores a sus homólogos de otras marinas de la región. El Senado ordenó construir 100 como el hallado en un plazo de dos meses, muy poco tiempo, pero asombrosamente la orden fue cumplida.
Al principio, los cartagineses destruyen con facilidad las naves que enviaban los romanos, mal dirigidas por sus inexpertos almirantes.
Pero cada derrota enseñaba a los romanos algo nuevo. Al final, se percataron de que su infantería era superior a la cartaginesa, y decidieron aprovechar esa ventaja.
Conscientes de su inferioridad marinera, Roma dota a sus barcos de guerra de un artefacto llamado corvus, pasarela que se engancha en la galera enemiga y permite el paso de la infantería y el combate cuerpo a cuerpo, donde los romanos son superiores.
Roma gana su primera victoria naval de la historia en Miae (260). Se levanta en el Foro una columna conmemorativa, con proas de barcos enemigos (rostra).
La primera victoria romana fue un duro golpe para los de Cartago, que aventajaban a sus inexpertos rivales por 30 barcos. La batalla fue en Milae ahora Milazzo, a unas pocas millas al oeste de Mesina, en el año 260 a.C.. Cayo
Duilio gana el Batalla de Milae con la ayuda del Corvus.
El historiador J.H.Thiel estima que en
el 259, un año después de la victoria de Milae, los romanos habrían podido
lanzar una operación de desembarco en África, lo cual no fue posible porque
faltaba una nueva flota más numerosa que la precedente.
Cartago poseía una flota poderosa y eficaz y almirantes hábiles y valerosos. Sin embargo, los cartagineses sufrían de una debilidad que les hacía optar por lo fácil, inclinados a tomar el camino menos difícil y a subestimar a sus adversarios.
Cartago, era una ciudad de mercaderes apacibles, que deseaban evitar las guerras cada vez que era posible, o bien relajaban sus esfuerzos, en tiempos de guerra, cuando el peligro estaba momentáneamente descartado.
No podía sustentar a la vez una gran
flota y una armada de mercenarios muy numerosa; una consecuencia desastrosa de
ese Estado fue la derrota de una flota púnica mal armada, sobrecargada, con tripulaciones
mal entrenadas, enfrentadas a las fuerzas navales romanas en excelente
condición a lo largo de las islas Agades en el 241.
Durante estos años se suceden las victorias púnicas y romanas en el mar. Ninguna victoria es decisiva; es una guerra de desgaste y resistencia.
Con la posesión de Córcega y Cerdeña, Roma comienza a constituir a partir del Tirreno, un embrión de "Mare Nostrum" pero más como protección de su territorio que como zona de operaciones navales.
Fuentes :
G. CHIC GARCÍA (1995), «Roma y el mar: del Mediterráneo al Atlántico»,
V. M. GUERRERO AYUSO (1988), La navegación en el mundo antiguo
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