El Botín de guerra, “¡¡PRAEDA!! "
Rómulo
llevándose el botín, Ingres, 1812.
El
botín constituyó un elemento clave en la motivación del soldado para el
combate, el más lucrativo pero el más peligroso.
La capacidad del vencedor de apoderarse de las riquezas que generaron los vencidos, fue un elemento esencial de las guerras antiguas.
La capacidad del vencedor de apoderarse de las riquezas que generaron los vencidos, fue un elemento esencial de las guerras antiguas.
El Botín de guerra
En
la Roma republicana el mantenimiento de las fuerzas militares eran compensados
por los ricos botines que obtenían. Prestigio asignado al botín de guerra.
Este prestigio estaba más
arraigado entre las elites senatoriales que entre los propios soldados.
Con
el tiempo se perdió progresivamente este prestigio, con el desuso de los
denominados spolia opima, armas
arrancadas al general enemigo, vencido en combate, por el propio general romano
durante la batalla.
Este
botín solían ser consagrados en un templo de preferencia del general vencedor. Con
el tiempo esta costumbre quedó obsoleta, ya que los generales dirigían las
operaciones militares y no siempre se involucraron en el combate.
El
grueso de los botines pasaba a convertirse en grandes “sustentación” de la
economía romana.
Obtener
el botín se convirtió en un elemento clave para la economía del Estado romano, produciendo, incluso, modificaciones en el concepto
de “guerra justa”.
El
pillaje (direptio) y la búsqueda de
botín (praeda) fueron tratados como indemnización de
guerra y empleados para la reconstrucción de edificios o infraestructuras
dañadas por el conflicto.
Foto de Arturuiz en flick espolio templo Jerusalem
Los
Intereses eran contradictorios, se oponen
a los soldados y al personal: la "deditio
in fidem", la capitulación, era el único medio, para una ciudad, de
evitar el saqueo. Así, cada general espera que su clemencia provoque
nuevas rendiciones que ahorren tiempo y hombres.
El soldado de base piensa
de otra manera: sueña con el producto de un buen botín.
Las tropas flavias, en Germania, expresan en voz alta su temor de ver escapar la parte del botín que codician:
“Si esperáramos la luz, sería la hora de la paz, de las oraciones, y que no tomarían otro precio por su sangre y sus labores que un vano nombre de clemencia y gloria mientras la riqueza de Cremona pasaría a manos de los prefectos y lugartenientes: cuando una ciudad es tomada por la fuerza, el botín pertenece a los soldados; devuelto es a los jefes. Ya no reconocen a los centuriones ni a los tribunos, y, para que no se oiga ninguna voz, golpean sus escudos, dispuestos a desafiar la orden si no se los lleva al asalto”. (Tácito, Historias, 3, 19)
Este
botín puede ser de extraordinaria importancia y Tito, tras la toma de Jerusalén
(septiembre 70), no duda en llenar sus soldados:
“Él [Tito] ordenó a los que había designado para esta tarea que nombraran a todos los soldados que se habían distinguido por sus acciones brillantes en esta guerra. Él mismo los llamó sucesivamente por sus nombres y, cuando los vio venir, los elogió como si fueran sus propias hazañas de las que se enorgulleciera. Les puso coronas de oro en la cabeza, les dio collares de oro, pequeñas jabalinas de oro, insignias de plata [¿phalères?]; cada uno de ellos fue elevado a un rango superior ... Les distribuyó en abundancia plata, oro, ropa y otros objetos, extraídos de la masa del botín. »(Flavio Josefo, Guerra de los judíos, VII, 3)
El
legionario cuyo valor militar es reconocido por sus oficiales se enriquece de
forma inmediata y consecuente. También progresa en la jerarquía del
ejército.
El
botín, Theodoros Rallis.
“La violencia por sí sola es incapaz de crear dinero; a lo sumo puede apoderarse del ya creado”. F. Engels,
Fuentes:
fotos Wikipedia
El ejército romano en Campaña. Adolfo Raúl Menéndez
Comentarios
Publicar un comentario