Los romanos creían que al estudiar los movimientos de los cuerpos celestes obtenían una comprensión más profunda del cosmos, de las deidades y de sí mismos.
La astrología en la antigua Roma
Los antiguos romanos creían que la posición de los cuerpos celestes influía en los asuntos humanos y revelaban la voluntad de los dioses. Consideraban que el universo y el individuo estaban intrínsecamente vinculados. Otra creencia era que determinada posición de los cuerpos celestes en el momento del nacimiento de una persona podía influir significativamente en su vida y carácter.
Los astrólogos desempeñaron un papel fundamental en la sociedad romana, frecuentemente los gobernantes, generales e incluso la gente común los consultaba antes de tomar importantes decisiones. Eran especialmente apreciados por su capacidad para predecir el desenlace de acontecimientos trascendentales como guerras y desastres naturales.
Creían firmemente que la astrología influía en casi todos los aspectos de su vida cotidiana. Esta fascinación por los movimientos de los planetas y las estrellas se basaba en la convicción de que ejercían un poder significativo sobre la existencia humana. Para comprender estos movimientos celestes, los astrólogos estudiaban e interpretaban meticulosamente las posiciones precisas de los cuerpos celestes.
Los doce signos del zodíaco eran un componente esencial para interpretar la posición de los cuerpos celestes al nacer. Estos signos se asociaban con constelaciones específicas, cada una con el nombre de un animal o criatura mítica en particular. Se creía que el signo zodiacal bajo el que nacía una persona influía en sus rasgos de personalidad, comportamiento y destino. Utilizando la fecha, hora y lugar de nacimiento, los astrólogos construían una
carta astral que representaba las posiciones planetarias en el momento del nacimiento. Esta carta podía revelar información fundamental sobre el carácter, las fortalezas, las debilidades y el destino de una persona. Con base en estas asociaciones, podrían predecir su futuro.
Arraigada profundamente en las creencias religiosas, la sociedad romana consideraba que el destino de cada individuo estaba a merced de las fuerzas divinas, incluso se creía que los dioses tenían autoridad sobre el mundo natural, incluyendo los movimientos de los cuerpos celestes.
La astrología se utilizaba para interpretar estos movimientos y comprender la voluntad de los dioses y su posible impacto en los asuntos humanos. Nombraban cada planeta con el nombre de una deidad del panteón romano; esto permitía a los astrólogos interpretar sus movimientos como reflejos específicos de sus estados de ánimo, deseos e intenciones.
Los eventos astrológicos tenían gran importancia en la cultura romana, ya que a menudo se interpretaban como presagios o señales de los dioses. Por ejemplo, se creía que la aparición de un cometa presagiaba un desastre inminente, mientras que la alineación de ciertos planetas se consideraba un presagio auspicioso. Además, la astrología desempeñaba un papel crucial en la determinación de las fechas de importantes rituales, ceremonias y festivales religiosos. Por ejemplo, la fiesta de las Saturnales se celebraba durante el solsticio de invierno, época en la que la posición de las estrellas indicaba la renovación de la vida y el regreso del sol. Muchos templos empleaban astrólogos, quienes se encargaban de interpretar los signos celestiales y asesorar a los sacerdotes sobre los rituales y ofrendas apropiados que debían realizarse.
Se consultaba a los astrólogos romanos para predecir el resultado de guerras y campañas militares. Los generales buscaban el consejo de los astrólogos antes de lanzar campañas militares, considerando la alineación de las estrellas y los planetas para influir en el resultado de la batalla. Se creía que la posición de los cuerpos celestes podría influir en el destino de la batalla y en el éxito o el fracaso de la campaña. Los astrólogos también podían predecir desastres naturales como terremotos, inundaciones y sequías, a menudo entendidos como mensajes divinos. Además de eventos importantes, también se les consultaba para asuntos de agricultura, negocios y otras actividades cotidianas.
La capacidad de leer las estrellas era muy valorada en la sociedad romana, y su experiencia era solicitada por gobernantes, altos funcionarios y la gente común por igual.
Los gobernantes y políticos consultaban a los astrólogos antes de tomar decisiones importantes, creían que la astrología podía proporcionar información sobre el futuro y guiarlos en su toma de decisiones.
Según el historiador Suetonio, un astrólogo había advertido repetidamente a César que se enfrentaría a un gran peligro en los idus de marzo. A pesar de la advertencia, César decidió asistir al Senado ese día, donde fue asesinado. El emperador Augusto también era un firme defensor de la astrología, e incluso contaba con su propio astrólogo personal, Balbilo, a quien consultaba regularmente. Augusto creía que su éxito como gobernante se debía en parte a la guía que recibía de la astrología.
A menudo, se examinaba el horóscopo natal de un futuro gobernante para determinar si estaba destinado a la grandeza. En el caso del emperador Tiberio, las lecturas astrológicas favorables consolidaron su posición como sucesor de Augusto y contribuyeron a la aceptación pública de su recién establecida autoridad.
A pesar de la gran popularidad de la astrología en la antigua Roma, muchas personas la veían con recelo, cuestionando su precisión y fiabilidad. Cicerón, uno de los más grandes escritores romanos, era escéptico respecto a la capacidad de la astrología para predecir el futuro, clasificándola como una pseudociencia basada en predicciones vagas y ambiguas. Creía firmemente que los humanos poseían el poder de forjar su propio destino a través de sus acciones, argumentando que la astrología era incompatible con la idea del libre albedrío.
En su famosa obra,
Sobre la adivinación, Cicerón afirmó que la astrología también era peligrosa porque fomentaba el fatalismo, desalentando a las personas a asumir la responsabilidad de sus vidas. Afirmó además que los astrólogos a menudo estaban motivados por la codicia de la fama, y que sus predicciones solían estar diseñadas para apelar a los miedos o deseos de la gente en lugar de basarse en evidencia científica real. Dicho esto, Cicerón no descartó por completo la astrología, pero reconoció su utilidad para predecir fenómenos naturales como los eclipses y el movimiento de los planetas.
Astrólogos romanos:
Trasyllus de Mendes. Trasilo de Mendes se hizo famoso por predecir con precisión la ascensión al trono de Tiberio, convirtiéndose en uno de los consejeros de mayor confianza del emperador. Su experiencia astrológica era muy apreciada por Tiberio, quien lo consultaba regularmente sobre asuntos de estado, la programación de campañas militares y la selección de funcionarios.
Manilio y su Astronómica. A Manilio, que vivió durante el reinado de Augusto, se le atribuye ampliamente la autoría de un poema titulado Astronómica. Esta obra, de gran influencia, proporcionó valiosos conocimientos sobre los signos del zodíaco, las esferas celestes, las constelaciones y la interpretación de las cartas astrales.
Julio Firmicus Maternus. Otro astrólogo notable fue Julio Frímido Materno. Aunque cristiano devoto, fue un firme defensor de la astrología, considerándola una herramienta valiosa para comprender la naturaleza humana y el funcionamiento del universo. Su obra
Mathesis abordó extensamente la astrología de diferentes naciones y culturas, incluyendo la egipcia, la caldea, la persa y la india.
Vettius Valens. Era conocido por su particular interés en las aplicaciones prácticas de la astrología, como la predicción de patrones climáticos y el pronóstico de los resultados de las batallas. También enfatizó la importancia de estudiar las cartas astrales individuales para comprender mejor el carácter y el potencial de cada persona.
Ptolomeo. Astrólogo y astrónomo de gran prestigio en la antigüedad, ampliamente reconocido por sus invaluables contribuciones a ambos campos. En concreto, su modelo geocéntrico del universo sigue siendo un logro significativo, aunque refutado, en la historia de la astronomía. Su obra, Tetrabiblos, ofreció una visión general completa de la astrología, abarcando sus principios y técnicas, a la vez que profundizaba en un análisis detallado de los doce signos del zodíaco y su impacto en los asuntos humanos. La obra Apotelesmatika de Ptolomeo ofreció un análisis más avanzado, proporcionando instrucciones detalladas para calcular e interpretar cartas astrales y examinando diversas técnicas astrológicas utilizadas para predecir eventos futuros. Ptolomeo con un modelo de
esfera armilar de Joos van Ghent y Pedro Berruguete, 1476.
El Louvre
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