“¿A quién he de
persuadir esta vez a sujetarse a tu cariño? Pregunta Afrodita a la poetisa, que
le implora ayuda en sus cuitas amorosas., Safo, ¿quién te agravia? Porque si te
rehuye, pronto te perseguirá, y si no acepta regalos, los dará, y si no te ama,
pronto te amará, aunque no quiera ella”. Oda a Afrodita
La
homosexualidad, tanto de hombres como de mujeres, es un concepto moderno, en la antigüedad,
más bien serían relaciones erótico- sexuales entre mujeres o entre hombres.
La bibliografía sobre la sexualidad de
la mujer en el mundo antiguo es muy escasa y mucho más si pretendemos hablar de la homosexualidad femenina. Hay escasez de fuentes antiguas que traten la sexualidad femenina en general y mucho menos la homosexualidad.
Podemos encontrar referencias en la poesía de Safo, en Marcial, Juvenal, Platón, Seneca, Plutarco o Luciano, en fuentes iconográficas, y en pinturas murales que dan testimonio de relaciones homoeróticas entre mujeres en la Antigüedad.
El término usual desde época romana para designar a la homosexual femenina, era tribás, que proviene del verbo tríbein, "frotar, restregar", y que a menudo alude a la masturbación.
También se asoció con la homosexualidad femenina la utilización de elementos fálicos para la autoestimulación y para el coito artificial entre mujeres.
¡Que se sometan al artificio de lascivos instrumentos, misteriosa monstruosidad estéril, y se acueste mujer con mujer como si fuera un hombre! ¡Que aquel nombre que raramente llega a los oídos el sólo nombrarlo me avergüenza. De la lascivia tribádica se pasee triunfalmente! ¡Que nuestros gineceos imiten a Filénide envileci éndose con amores lésbicos (androgynous érotas).
(La tríbada mujer cuyo clítoris está muy desarrollado y que abusa de su sexo.)
En un pasaje de
Mimiambo de Herodas, se confirma de manera indirecta que algunas mujeres utilizaban ólisbos como pene postizo.
En el Mimiambo hay las confidencias de dos amigas sobre sus gustos sexuales y en concreto hacen referencia a un par de hermosos ólisbos de lana y no de cuero y mencionan su suavidad.
En una sociedad tan paternalista como la romana no se admitía, la homosexualidad femenina resultaba inexplicable y prácticamente invisible; lo que no quiere decir que no existiera. En muchos textos el comportamiento sexual de una de las mujeres es masculinizado, intentando con ello hacer comprensible ese comportamiento y no cuestionar el orden moral establecido.
Marcial nos habla de Basa, una mujer honesta, que nadie podría sospechar amante alguno, ya que nunca se dejaba ver con hombres, y siempre estaba rodeada de mujeres. Basa es homosexual, y mantiene relaciones con sus amigas como si fueran hombres, Marcial concluye diciéndole que:
“Has inventado una monstruosidad digna del enigma tebano: que donde no hay hombre, haya adulterio”
“No entiendo qué quieres decir, a menos que se trate de una invertida (hetairístria). Dicen que en Lesbos, en efecto, hay mujeres semejantes, de aspecto viril, que no quieren hacerlo”. Luciano
Sodomiza a muchachas la tríbada Filénide, y más rabiosa que un marido empalmado se cepilla a once muchachas al día. También juega arremangada a la pelota y se pone amarilla de arena, y levanta con brazo ágil pesadas halteras para atletas, y embarrada de la hedionda palestra, se somete a los golpes del untoso entrenador; y no come ni se tumba antes de vomitar siete chatos de vino, a los que piensa que puede volver cuando se ha comido dieciséis albóndigas. Después de todo esto, cuando se pone cachonda, no la mama, esto le parece poco viril, sino que devora con ansia la entrepierna de las muchachas.
¡Que los dioses te den, Filénide, la mentalidad que te corresponde, a ti que crees viril lamer un coño! Y Filénide, tríbada de las propias tríbadas, con razón, a la que te follas, la llamas amiga...) Este último epigrama juega con el doble sentido (amiga, amante) de la palabra amica. Marcial, Epigramas, VII 67
Tepidarium, por Lawrence Alma-Tadema, 1881.
Séneca el Viejo, en cuyas Controversias, una especie de manual de oratoria judicial, encontramos el caso de un marido que sorprendió a su esposa con otra mujer y las mató. El marido burlado, quien dijo para defenderse:
Yo observé primero al hombre, por si era natural o artificial.
Posiblemente, el supuesto adúltero utilizó algún instrumento fálico en su relación homosexual.
El marido en un primer momento creyó que era un hombre adúltero, lo mato cargado de ira, luego tal vez se sorprendió por el aspecto femenino del individuo y comprobó si el pene era natural o no.
Aparte de los textos hay pinturas al fresco de los baños suburbanos de Pompeya, sonde se pueden ver dos figuras, una parece una mujer con un consolador.
En época imperial, la homosexualidad femenina no podía concebirse más que como el intento de una mujer de sustituir a un hombre, y de otra mujer de obtener de la relación homosexual, de modo completamente antinatural, el placer que solo los hombres podían proporcionar.
Fuentes:
J. F. Martos Montiel, Desde Lesbos con amor: homosexualidad femenina en la Antigüedad, Madrid, 1996.
Entre mujeres anda el juego: a vueltas con la homosexualidad femenina en la Antigüedad., Tempus, 22
Homosexualidad femenina en Grecia y Roma . Juan Francisco Martos
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