Escena agricultora en mosaico romano
“Un buen campesino es el que cultiva un campo con cuidado y tiene las
herramientas en perfecto estado.”Virgilio
Uno de los principales pilares de
la economía de la antigua Roma era la agricultura. Tanto la agricultura como la
ganadería, fueron evolucionando siglo tras siglo. Las labores del campo eran
pesadas y contaban con escasos recursos
tecnológicos hasta llegar al método de latifundio feudal que se extendió por
todo el Imperio.
El 90% de la población del
Imperio era pobre y vivía en el campo, estaba obligada a ganarse con mucho esfuerzo
una existencia precaria. Por eso Vegecio recomienda en
su Compendio de la técnica militar que había que buscar a los
reclutas del ejército en las zonas rurales, ya que, al ser la agricultura muy
laboriosa, exigía una buena forma física.
Había cuatro grupos de
personas que se relacionan con la tierra: Los grandes propietarios, los
medianos y pequeños propietarios, los esclavos y los jornaleros o colonos.
“Ganemos con el arado el pan que baste a nuestras
mesas” Juvenal.
Solo los medianos y pequeños
propietarios que vivían en pequeñas
casas cumplirían ambas funciones de poseer y cultivar la tierra ellos mismos.
Estos pequeños propietarios pagarían tributos al
Estado, aunque la mayoría viviesen en el umbral de la subsistencia, lo que le
avocaría, si llegase un mal año de cosechas, o a refugiarse bajo el amparo de
los poderosos con préstamos o a vender sus tierras y pasar a ser colonos o
jornaleros. La condición de colono se podría considerar de semiesclavitud, ya
que cumplían la función de arrendatarios.
Los romanos fueron pioneros en el
arrendamiento de las tierras que duro desde el año 400 a.C. hasta bien entrada
la edad media.
Hay una importante relación entre conflicto bélico y agricultura, el romano era un pueblo en continuo crecimiento, por lo que era sumamente importante saber el que y como cultivarlo, así como a quien entregar cada metro de tierra…
Los vencidos estaban obligados a entregar una tercera parte de sus dominios.
Como hemos visto Roma era un pueblo campesino, en textos y en la literatura han dejado un buen legado de como entendían la agricultura, cuáles eran sus técnicas de explotación, cuáles eran sus avances y el qué y cómo cultivaban.
En los textos de Virgilio, de Terencio, Columela, incluso Catón, nos han dejado textos importantes muy valiosos para poder conocer las técnicas de la época.
La agricultura romana fue modélica en cuanto a técnica, no así en que cultivar… Los romanos optimizó los cultivos de los pueblos conquistados.
Los cultivos eran cereales, trigo y leguminosas. Con el tiempo introdujeron viñedos y olivos que fueron importantes en cuanta exportación e importación. Higos, hortalizas y lino.
Desarrollaron técnicas de regadío y drenaje y la rotación de los cultivos, el barbecho fue la que tuvo mejor éxito. De 3 partes iguales se dejaba una sin cultivar. Para que la tierra se recupere con el tiempo se aprovechó la ganadería para abonar las tierras. Este era el círculo de unión entre campo y ganadería.
Los instrumentos, las herramientas del campo eran muy importantes. Por ejemplo, el arado romano que se utilizó hasta principios del siglo XX.
Con la fuera del animal se conseguían surcos más grandes en las tierras.
Debido a la gran expansión de tierras por todo el imperio, tuvieron que idear un sistema de organización de los territorios.
Las nuevas tierras conquistadas se dividían en tercios dos pasaban a la propiedad del imperio que lo alquilaba a los vecinos que pagaban impuestos muy altos por no ser ciudadanos romanos. Este alquiler era en forma de efectivo o en especies. Si no podían pagar, las tierras eran confiscadas y pasaban a manos del imperio. El tercer tercio pasaba directo a Roma, que pasaba a ciudadanos romanos o a militares como compensación por sus servicios.
En principio eran usufructuarios y su riqueza se media por los rebaños o ahorros personales.
Cuando la mano de obra barata “esclavos escaseó” fue difícil de pagar los arrendamientos, por lo que aparecieron grandes latifundios de senadores y políticos.
En el año 218 a. C. se promulgó la Lex Claudia que obligaba a los propietarios a explotar la tierra y no hacer otra actividad.
Así el hombre quedaba atado a la tierra.
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