La importancia de los cereales en la antigüedad
La vida del hombre del mediterráneo ha girado en torno a la
agricultura.
La importancia de los cereales en la antigüedad
Hay diferentes tipos de suelo (facilis culturae) de fácil cultivo
como cita Plinio, una tierra bastante suelta que con un asno es fácil de
labrar.
Suelos arenosos (sabulosae) eran de mala calidad y
había que mejorarlos.
Suelos arcillosos (cretosi ac nimium densi) donde el
cultivo de cereales era difícil y había que mezclar con otros tipos de tierras. Una práctica que Plinio
consideraba absurda por su arduo trabajo.
En la antigüedad se sembraba a voleo, con la mano, se lanzaba al aire una buena cantidad de grano. Esta técnica descrita por Plinio se ha utilizado hasta hace bien poco en los campos de Extremadura. Una vez distribuido el grano se tapaba con tierra utilizando un arado. Los arados utilizados eran el arado (aratrum), el azadón (ligo) o la azada (sarculum).
Gracias a los hallazgos arqueológicos, se han podido identificar las azadas y azadones que se utilizaron en la cava de las hierbas.
El momento de la siembra también
ha estado debatido por los estudiosos, si bien Columela aconseja sembrar antes de las
primeras lluvias de otoño para
aprovechar la humedad y, de paso,
enterrar el grano. Varrón, propone la siembra, aprovechando las primeras lluvias del otoño y sembrar
después para encontrar el suelo húmedo.
La siembra en primavera no era lo
más común, aunque en algunos lugares si lo hacían en esa época.
La recolección se iniciaba cuando
las mieses estaban maduras. Si la siembra se hacía en otoño, esta se producía, a inicios del verano.
Las hoces romanas presentan un mango afilado para clavar. Las guadañas, se usaron menos para la siega que para cosechar la hierba y el heno. La guadaña, era una cuchilla falcada puesta en un astil largo.
Una vez segado la recolecta se trasportaba en carretas (plaustra), a la era para poder trillar
el grano.
En lugares de clima cálido la
trilla se realizaba en la era lugar abierto, pero si se realizaba en lugares de
clima inseguro, lo hacían en lugares
cerrados.
Columela nos cuenta de que
primero se rozaba el terreno, después se cavaba y regaba con alpechín (líquido
residual contaminante) mezclado con paja para que actuara como repelente de
hormigas y ratones. Después se
compactaba el suelo con pisones o utilizando una piedra de molino (mola
suspensa).
Una vez preparada, los haces se
extendían para proceder a su trilla. Había tres maneras de trillar:
Con trillos, el más utilizado
El paso de caballos sobre la parva (cereal segado y extendido)
Golpear la parva con estacas.
Gracias a Varrón podemos saber cómo
era el trillo. Nos habla con buen detalle de tres formas de trillos:
Tribulum, plataforma de madera con una argolla de hierro para atar
la yunta que, en su parte inferior, lleva incrustados pequeños fragmentos de
sílex o hierro que van arrancando y separando el grano de las espigas.
Plostellum poenicum, este trillo tiene su origen en el norte de
África
Plostellum, carro de pequeña altura y disensiones montado sobre
varios ejes de hierro provistos de cuchillas que cortan las mieses al ir dando
vueltas sobre la parva tirada por una yunta.
Una vez trilladas las mieses
se separaba el grano de la paja, aventar la parva,
después se almacenaba el cereal recolectado, evitando el aire y la humedad.
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