Arma secreta romana, balas silbantes de honda.
En manos expertas los proyectiles de honda eran un arma terrible.
Balas silbantes.
Según
un artículo publicado en Live Science en Burnswark Hill (Escocia), los
arqueólogos descubrieron un conjunto de
balas romanas de plomo. Estos proyectiles silbadores con un peso de 30 gramos presentan un pequeño agujero de unos 5 milímetros,
los investigadores creen que fueron diseñados para otorgar a los proyectiles un
sonido silbante durante el vuelo.
Este
sonido infundiría verdadero terror a los enemigos.
El arqueólogo John
Reid dijo a LiveScience:
"No
solo tienes estas balas silenciosas, pero mortales volando sobre ti; tienes un
efecto de sonido proveniente de ellas que mantendrá la cabeza baja de los
defensores. A cada ejército le gusta una ventaja sobre sus oponentes, así que
esta fue una ventaja ingeniosa para la permutación de las balas de honda."
El
pequeño tamaño de las balas da la posibilidad de poder ser lanzadas en grupos
de tres o cuatro, provocando un efecto de ráfaga, según los investigadores, para
Hostigar al enemigo a corta distancia.
Proyectiles silbantes. |
En
excavaciones europeas relacionadas con batallas del ejército romano es común encontrar
proyectiles de hondas. Los de mayor tamaño tienen la forma de un limón y un
peso de 60 gramos.
Algunas
de las balas contienen mensajes de burla al enemigo, algo así como:
‘Encuentra un buen sitio’, y ‘¡Allá va un caramelito!’.
También escribían
en los proyectiles el nombre de su comandante de unidad o del conjunto de la
tropa o invocando a algún dios.
La
producción de proyectiles de plomo era masiva tanto para griegos como para
romanos, con moldes o hundiendo un dedo en la arena y vertiendo el plomo
fundido en el agujero.
Los
proyectiles lanzados por honda llegan más lejos que las flechas. Las hondas se utilizaban
por unidades especializadas de tropas auxiliares reclutadas para luchar junto a
las legiones romanas.
Los
mejores honderos eran los de las islas Baleares, que lucharon bajo el mandato
de Julio César.
Honderos Baleares. |
En
manos expertas, una bala de honda podría alcanzar los 160 km/h.
Dos
largas cuerdas sujetadas con la mano lanzadora formaban la honda, y estaban
unidas a una pequeña bolsa donde se guardaba la munición.
«Imagínate
que estás oyendo ruidos casi sobrenaturales que nunca antes has oído, y que hay
gente cayendo a tu alrededor»,
Andrew Nicholson.
Burnswark Hill |
Video de la excavación arqueológica.
Me ha gustado mucho, gracias.
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