PROMOCIÓN SOCIAL FEMENINA
En la sociedad romana los diferentes
grupos sociales estaban bien definidos,
con deberes y privilegios en general, muy delimitados. Las posibilidades de
alcanzar un nivel social destacado estaba en manos de la élite y el resto de la
población lo tenía bastante difícil. A, pesar de ello, en la sociedad romana hay
muestras de una promoción social llamativa por parte de algunos individuos,
que ascendieron a determinados puestos, por lo que también existió cierta movilidad social.
La pertenencia a una clase social no
respondía a cuestiones de nacimiento y linaje, sino a la capacidad económica
que, a lo largo de la vida, podía variar, de modo que también cambiaba su rango
social. Las altas capas permanecían como grupos herméticos gracias a
matrimonios, endogamitos, y que
salvo excepciones, una persona servil lo tenía difícil para acceder a la elite
urbana.
Acília
Plecusa
Un caso excepcional de promoción
social nos lo presenta la biografía de esta mujer que paso de esclava a destacada
dama de un municipio.
Su particular historia
refleja como algunas mujeres lograron alcanzar altas cotas en la participación
y vida ciudadana.
Acilia Plecusa, vivió en Singilia Barba, el actual Cortijo de
Castillón, en Antequera.
Acília era esclava, serva, de Manius Acílius Fronto, un hombre de rango ecuestre que ejerció cargos destacados en la ciudad, como el de prafectus fabrum.
Acilia tuvo un hijo, llamado Flegonte y, dado que posteriormente Acilia y su amo se casaron, se podría entender por este hecho que Manius Acilius era el padre de Flegonte.
Acilia tuvo un hijo, llamado Flegonte y, dado que posteriormente Acilia y su amo se casaron,
Las esclavas, excepto en esclavitud de guerra, eran mujeres de condición servil desde el nacimiento; eran hijas de madre esclava, pues el estatuto jurídico que se heredará es el de la madre, no del padre. Una de las funciones de una esclava era la de reproducirse, con objeto de proporcionar más esclavos al amo, quien podía disponer de ellos con total libertad, la legislación romana consideraba a los esclavos como bienes materiales propiedad del amo, quien tenía derecho de la vida y de la muerte de los mismos.
Acília Plecusa, primero como esclava y luego como liberta, estaría encargada de la producción de cuidados y mantenimiento. Posiblemente, durante la etapa servil, estaría relacionada con la alimentación y el cuidado de los miembros de la familia, así como de la confección de vestidos, entre otras labores típicas de los siervos.
Manius Acílus decidió dar la libertad a su esclava, de modo que Acília adquirió el estatus de liberta. Las personas libertas tenían restricciones legales respeto a los libres, pero disfrutaban de numerosos derechos que estaban prohibidos a los esclavos.
Una tradición de la sociedad romana, era que el liberto adoptase el nombre de quien le daba la libertad como gesto de agradecimiento por la manumisión. De esta manera, los lazos no quedaban rotos y mantenían un vínculo con sus antiguos propietarios, e incluso debían permanecer disponibles para la antigua familia a la que pertenecían al menos durante una generación. En el caso de Acília no solo no se rompieron, sino que se estrecharon, ya que contrajo matrimonio y tuvieron una hija Acilia Septumia, nacida ingenua al ser descendiente de una mujer liberta. Aunque en la sociedad romana era habitual la manumisión, no lo era que una liberta se casara con un hombre destacado y perteneciente a un importante linaje, como era Manius Acílius.
En las inscripciones que se han encontrado sobre Acília se refiere a Manius como esposo ,pero también como patrono, por lo que queda claro que no se avergonzaba de su condición de liberta. Acília disponía de un patrimonio propio, al igual que algunas mujeres de la élite. Cuando el ordo municipal decidió erigir una estatua a su marido y otro a su hijo. Fue ella quien las costeó, lo que pone de manifiesto su elevada capacidad económica. También a su hija el senado le erigió una estatua como homenaje, que también sufragó Acília, el término impensam remisit alude precisamente a que ella corrió con los gastos.
El espacio público de las ciudades antiguas, tanto griegas como romanas, estaba restringido en exclusiva a los ciudadanos varones. Sin embargo, como se ha visto, hubo mujeres destacadas, pertenecientes a la élite, que fueron reconocidas públicamente por el ordo municipal.
Obviamente, se trata de mujeres de la aristocracia que cumplen el papel de matrona y que mantienen su actitud dentro de lo que se consideraba correcto.
El caso de Acilia Plecusa es sorprendente, ya que fue una mujer reconocida públicamente a pesar de su origen servil, un hecho verdaderamente extraño en una sociedad como la romana.
La importancia de esta mujer queda de manifiesto en las inscripciones que erigieron sus nietos, Manius Acilius Fronto y Acilia Sedata Septumina, quizá hijo e hija de Flegonte. Ambos se identificaron como nietos de Acilia, lo que indica que estaban orgullosos de su abuela y que era una dama de gran prestigio en Singilia Barba.
La elevada posición de la que llegó a disfrutar Acilia Plecusa muestra la promoción social que tuvo esta mujer, de esclava a fémina distinguida de su ciudad. Acilia Plecusa no solo fue una persona destacada en su ciudad, sino que mantuvo relaciones con otros personajes importantes del estamento de los caballeros de la Bética.
Probablemente debido al negocio del aceite, Acilia Plecusa mantuvo relaciones y alianzas fuera de su ciudad, estableciendo contactos con personajes destacados como Publius Magnus Rufus Magonianus, a quien dedica una estatua con una inscripción en la que le denomina amico óptimo quien fue procurador de la Bética, encargado de la administración financiera de esta provincia, y desempeñó, además, otros cargos destacados, tanto en la provincia Bética como en Lusitania. Este hecho da muestra de la importancia y reconocimiento social que tendría Acilia Plecusa.
En las inscripciones que se han encontrado sobre Acília se refiere a Manius como esposo ,pero también como patrono, por lo que queda claro que no se avergonzaba de su condición de liberta. Acília disponía de un patrimonio propio, al igual que algunas mujeres de la élite. Cuando el ordo municipal decidió erigir una estatua a su marido y otro a su hijo. Fue ella quien las costeó, lo que pone de manifiesto su elevada capacidad económica. También a su hija el senado le erigió una estatua como homenaje, que también sufragó Acília, el término impensam remisit alude precisamente a que ella corrió con los gastos.
El espacio público de las ciudades antiguas, tanto griegas como romanas, estaba restringido en exclusiva a los ciudadanos varones. Sin embargo, como se ha visto, hubo mujeres destacadas, pertenecientes a la élite, que fueron reconocidas públicamente por el ordo municipal.
Obviamente, se trata de mujeres de la aristocracia que cumplen el papel de matrona y que mantienen su actitud dentro de lo que se consideraba correcto.
El caso de Acilia Plecusa es sorprendente, ya que fue una mujer reconocida
La importancia de esta mujer queda de manifiesto en las inscripciones que erigieron sus nietos, Manius Acilius Fronto y Acilia Sedata Septumina, quizá hijo e hija de Flegonte. Ambos se identificaron como nietos de Acilia, lo que indica que estaban orgullosos de su abuela y que era una dama de gran prestigio en Singilia Barba.
La elevada posición de la que llegó a disfrutar Acilia Plecusa muestra la
Probablemente debido al negocio del aceite, Acilia Plecusa mantuvo relaciones y alianzas fuera de su ciudad, estableciendo contactos con personajes destacados como Publius Magnus Rufus Magonianus, a quien dedica una estatua con una inscripción en la que le denomina amico óptimo quien fue procurador de la Bética, encargado de la administración financiera de esta provincia, y desempeñó, además, otros cargos destacados, tanto en la provincia Bética como en Lusitania. Este hecho da muestra de la importancia y reconocimiento social que tendría Acilia Plecusa.
La presencia femenina en ciertos espacios de poder, como el foro, o la realización de actos, no iguala a las mujeres hispanorromanas con los varones, dado que ellas no pueden ejercer la política y su consideración social, en todos los niveles de la sociedad es siempre inferior a la de ellos, aunque no se puede obviar que tuvieron repercusión en la economía y en la vida pública.
Mirón Pérez (2000: 73).
Fuentes:
La historia de las mujeres. Cultura y poder de las mujeres: ensayo de historiografía
FERNÁNDEZ CASTRO, María Cruz (1983): Fábricas de aceite en el campo hispanoromano
ATENCIA PÁEZ, Rafael: La ciudad romana de Singilia Barba (Antequera-Málaga)(Málaga: Diputación Provincial de Málaga, 1988).
Corpus Inscriptionum Latinarum, nº II, 780-782, 784, 795, 796, 802, 803, 830 (Berlín, 1871 [suplemento 1900]).
MIRÓN PÉREZ, María Dolores: "Plecusa, Acilia", en Mujeres en la Historia de España(Madrid: Planeta, 2000), pp. 71-74.
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