El auriga (protagonista de los juegos circenses)
Fragmento del mosaico del circo (Gerunda) |
El auriga era, el protagonista de los juegos circenses. Era el
único, junto con el sparsior y el iubilator, a quien el público tenía
oportunidad de ver en la arena, aunque todas las miradas se dirigían
invariablemente hacia el conductor y su cuadriga.
Era el profesional más famoso de todos
los espectáculos, el ídolo por excelencia. De este modo, se convertía en un
instrumento imprescindible de la política imperial de distracción popular.
Eran de humilde extracción social,
siendo, por regla general, esclavos o libertos. Junto a pantomimos e histriones eran personas humildes e incluso socialmente
desacreditadas. También
son calificados como inhonestae
personae. La
gente podía llegar a considerarlo un individuo infame, pese a que no lo fuera
en realidad.
Una sentencia de los Digesta intenta aclarar quiénes,entre los profesionales de los espectáculos,no eran considerados infames. Entre éstos se destacan los aurigas.
Los auriga tenían lazos que los ataban a su profesión: éstos no podían abandonar el circo bajo ninguna circunstancia.
Los auriga tenían lazos que los ataban a su profesión: éstos no podían abandonar el circo bajo ninguna circunstancia.
Se prohibía el matrimonio de los aurigas con las hijas de los panaderos. Los panaderos formaron una hermandad o se colegiaron de forma que estaban ligados a la profesión. Igualmente sus hijos seguirían el oficio y las hijas que se casaran con alguien no panadero el marido pertenecía a la cofradía.
La prohibición de contraer matrimonio entre individuos pertenecientes al colegio de los panaderos y los profesionales del circo y del teatro era prácticamente absoluta.
Las agrupaciones más controladas se encontraban la de los panaderos y la de los aurigas.
Los aurigas estaban atados al circo
“aquellos que tienen la obligación de conducir” (eos, qui agitandi munus exercent).
La obligatoriedad de su oficio
y de sus personas son inviolables: en caso de cometer algún delito, no podían
ser castigados con ningún suplicio aparte del de sus propios servicios en el
circo.
Él era el protagonista de los juegos circenses, una pieza clave en la política imperial de distracción popular.
Sus nombres eran conocidos por todo el mundo y corrían de boca en boca. Algunos de estos nombres precisamente los de los aurigas más famosos, quedaron inmortalizados en mosaicos llegando así hasta nuestros días: Filoromo, Calimorfo, Eros, Domnino, Eustorgio, Eugenio.
Ciertos héroes de la arena, después de triunfar en Oriente, llegaban a Italia para repetir fortuna. Éstos vendrían seguramente precedidos por la aureola de sus éxitos.
Éste puede ser perfectamente el caso de Tomás, quien, según nos narra Casiodoro, llegó a Italia en época de Teodorico I, y fueron tales sus victorias que se llegó a afirmar que éstas eran fruto de la hechicería.
Cuando el auriga no era conocido, se proyectaba una auténtica “campaña de promoción” para darlo a conocer al gran público.
Así ocurrió con los que Símaco mandó traer de Sicilia para los juegos de la pretura de su hijo Memio (a. 401).
Como éstos no eran famosos en Roma, Símaco debió buscar previamente el favor de la plebe.
A pesar de todo este proteccionismo oficial, el auriga podía convertirse en un personaje conflictivo e incluso incómodo para el poder imperial.
Su misma popularidad podía llevarlo a ser foco y origen de movimientos sediciosos. La causa de este problema la encontramos en la rivalidad que enfrentó a los diversos partidarios de las facciones circenses.
El auriga era la excusa, la chispa que encendía el fuego del descontento popular. Una plebe insatisfecha (no importa la causa) podía ir en cualquier momento contra el poder estatal, que en Roma estaba representado por el prefecto urbano la presencia de un agitator en el motín era puramente circunstancial pero era la excusa para estas manifestaciones de violencia.
Según nos cuenta Amiano Marcelino hubo una revuelta popular en el 355 que provocó el arresto del auriga.
Otra es la de la matanza de Tesalónica en el año 390 cuando Teodosio I llegó a esta ciudad con su
ejército, el pueblo (disgustado a causa del alojamiento de los soldados) se
rebeló poniendo como excusa el arresto de un auriga por orden del prefecto, Buterico.
Teodosio I esperó a que el pueblo estuviera reunido en el circo contemplando las carreras para acabar definitivamente con los sediciosos. Ordenó a sus soldados disparar contra éstos, con lo que la revuelta, que había tenido a un auriga como excusa, acabó, según Teófanes, con más de 15.000 muertos7.000 según Teodoreto.
En los disturbios se insultó al emperador y se asesinó a Buterico.
Durante la Antigüedad Tardía, estos ídolos de la multitud y protegidos del emperador también tuvieron problemas con la justicia por una causa distinta de la anterior, aunque no por ello menos peculiar; la práctica de la magia y el uso de venenos,algo castigado con la muerte.
Se murmuraba que los profesionales del circo usaban estos métodos para deshacerse en ocasiones de los caballos de sus rivales, e incluso, a veces, de estos últimos.
Según Casiodoro, esta reputación no acarreaba mala fama para un auriga, sino más bien todo lo contrario, se trataba de un gran elogio. Era algo normal atribuir las victorias a la magia cuando no podían ser imputadas a los caballos.
Algunas personas detenidas podían ser eliminadas por los aurigas, quienes, seguramente, desearían desembarazarse de unos cómplices que podían resultarles peligrosos si confesaban.
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Fuentes:
RIPOLL, “Panem et circenses. El circo
y las carreras de caballos”,
“Los juegos de anfiteatro y el
cristianismo”, Apuntes.
M. VALLEJO, “Los espectáculos públicos
en el Imperio Bizantino (ss. V-VIII) o
el factor político de la diversión
popular,
Fotogramas de Ben Hur wikipedia
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