Las carreras de carros romanos.
Mosaico que representa una cuadriga de la factio prasina (los verdes), siglo III dC, desde el Museo Arqueológico Nacional de España, Madrid |
Los
carros que se utilizaban en las carreras eran de dos ruedas de madera, pequeños
y ligeros, tirados generalmente por cuadrigas de caballos.
Los caballos iban atados por cuerdas,
llevando el peso de la carrera los dos laterales.
El
caballo más importante iba situado a la
izquierda, el éxito de la carrera dependía en gran medida de su habilidad para
dar la vuelta lo más pegado posible a la meta y de evitar el vuelco del carro.
(naufragium), lo que perjudicaría a
otros carros y ocasionaría accidentes graves.
El
inicio de los juegos circenses iba precedido
de una gran procesión, con gran número de imágenes de los dioses. Bajaba del Capitolio, cruzaba el Velabro y el Foro
Boario y entraba por la puerta central del circo recorriendo la pista.
Los
lictores y los trompeteros precedían la procesión, seguidos del magistrado promotor
de los juegos, las imágenes de los dioses eran transportadas en carros tirados
por caballos, mulas y a veces por elefantes. Las acompañaban numerosos
sacerdotes y cofrades de las corporaciones religiosas, al son de la música de
flautistas y tubicines. La marcha solía hacerse a pie y al magistrado lo rodeaban los clientes vestidos con toga blanca, y
jóvenes a pie o a caballo.
Mosaico que representa una cuadriga del factio russata (los rojos), siglo III d. C., del Museo Arqueológico Nacional de España, Madrid |
El
cortejo era seguido por los aurigas, divididos según las facciones a las que
pertenecían, precedidos de los músicos y
de portadores de carteles. Cerraban el cortejo los sacerdotes transportando los
objetos sagrados y las corporaciones religiosas.
La
procesión penetraba en el circo por la puerta situada en el centro de las carceres, recorría la pista, girando
alrededor de la meta primera, y se disolvía delante del pulvinar, donde se vestían las estatuas de los dioses.
Cuando la
procesión entraba en el circo, los asistentes al espectáculo se levantaban de
sus asientos, aplaudían y aclamaban, al igual que lo hacían, cuando llegaba el
emperador; que solía costear las carreras en Roma.
Los
aurigas esperaban la señal del magistrado que presidía los juegos para salir
del box a la señal de comenzar el espectáculo, esta señal la daba con un trapo
blanco llamado mappa.
Los
aurigas vestían una túnica ligera, del color de la facción que representaban, se
vendaban las piernas y se protegían la cabeza con un casco de metal.
Las
riendas se las ataban rodeándoles el
pecho, llevaban la fusta en la mano derecha y las riendas en la mano izquierda,
lo que permitía, en caso de vuelco, cortar fácilmente las riendas con un puñal.
Los
aurigas más novatos participaban con tiros
de dos caballos. Los aurigas famosos competían
con carros tirados por seis, ocho y hasta diez caballos. Nerón, en las carreras
de Olimpia, condujo un carro tirado por diez caballos.
La
competición de las diferentes cuadrigas era durísima por la gran velocidad que alcanzaban.
Durante
el imperio en Roma se celebraban de diez a doce carreras por día,
Calígula, en la consagración de un
templo de Augusto, celebró 20 carreras el primer día y 24 el segundo, ocupando
las carreras todo el día.
En
la conmemoración del centenario de Trajano
(siglo IV) y en la conmemoración de la victoria del emperador Constantino sobre Licinio, que coincidieron con los cumpleaños de Nerva (96-98) y de Constancio II (337-361). Se celebraron cuarenta y ocho carreras en un mismo día y en
otras tres fiestas de gran importancia
se ofrecieron treinta o treinta y seis carreras diarias.
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