Las Facciones ( organización de los juegos antigua Roma )
Factio era, la empresa o sociedad privada destinada a
proporcionar todos los elementos necesarios para la organización de los juegos.
Las facciones eran empresas privadas, con un director y numerosos empleados. Sin
embargo, y pese a ser, por tanto, teóricamente independientes, no escapaban al
proteccionismo imperial.
Había cuatro facciones en Roma, cada
una de ellas distinguida con un color: rojo (russata), blanco (albata),
azul (ueneta) y verde (prasina).
También se denominaba factio al conjunto de los partidarios de un color.
Estas facciones, constituidas en
auténticos partidos populares, eran el origen, a menudo, de disturbios, aunque
en Occidente estos no alcanzaron jamás las dimensiones que adquirieron en
Oriente.
Los individuos particulares también
favorecían muchas veces a las banderas con el fin de hacer gala de su
generosidad.
A diferencia de lo que ocurría con los ludi gladiatorios imperiales, la facción era un fenómeno independiente, no pertenecía al emperador. Se trataba, de una empresa privada, con una finalidad fundamentalmente lucrativa.
Al frente de la facción se encontraba el dominus factionis o factionarius. Este cargo era desempeñado, por regla general, por individuos pertenecientes al orden ecuestre.
Bajo las órdenes del factionarius se encontraban los decuriones, en número de 24 ó 25.
Tras estos, encontramos un número mayor de esclavos bajo sus órdenes, con lo que el personal se elevaría hasta los 240/250 miembros. (Según inscripción de T. Ateyo Capitón).
Entre estos profesionales podemos distinguir los siguientes:
El auriga (también llamado agitator)
El conditor factionis o gregis, encargado de las provisiones de las caballerizas (podía haber más de un conditor en cada facción).
El doctor o magister factionis, quien enseñaba la conducción de carros a los aurigas más jóvenes.
El medicus factionis.
El sparsior (también llamado spartor), encargado de refrescar con agua los caballos y los ejes de los carros.
El iubilator (también llamado hortator), que animaba a los corredores, siguiéndolos a pie o a caballo.
El sutor, zapatero
El sellarius, fabricante de carros
El sarcinator, que confeccionaba los trajes
El uiator, que cumplía la función de mensajero
El uillicus, intendente que posiblemente administraba las propiedades donde pastaban los caballos.
El tentor, quien tal vez abría las puertas de las carreras.
Los magistrados, que debían ofrecer una editio, encargaban a la factio la organización de los juegos del circo.
El hecho de que un magistrado decidiera organizar una editio por su cuenta, sin recurrir a dichas sociedades, era algo impensable a principios de época imperial.
A. Fabricio, quien, en tiempos de Nerón, se negó a ceder ante el monopolio ejercido por los factionarii y, frente al chantaje de los precios abusivos, decidió sacar a la arena cuadrigas tiradas por perros. El mismo emperador tuvo que intervenir para acabar con el escándalo.
A pesar de que eran empresas privadas y no pertenecían al emperador, no pudieron librarse
del proteccionismo imperial.
Los soberanos llegaron a promulgar leyes en las que regulaban cuánto era lo que una ciudad debía pagar a cada facción si deseaba poder exhibir ludi circenses.
Esas medidas se reflejan en una serie de constituciones recogidas en el Codex Theodosianus, que atañen tanto a la compra de caballos como al pago que debía realizarse a las facciones por utilizarlos.
Si querían celebrar espectáculos, pagaban directamente en especie (habas) y no en metálico, pues estas habas estaban destinadas a alimentar a los caballos del circo.
El emperador se encargaba de que siempre se pagara a las facciones, al mismo tiempo que, mediante la ley, les aseguraba el aprovisionamiento de los caballos.
A finales del siglo V se produjo un interesante fenómeno relacionado con estas sociedades. Se trata de la absorción, por parte de estas, de los profesionales del teatro, del anfiteatro y del estadio. En época de Teodorico I ya se había producido esta fusión.
En Constantinopla, los mimos aparecen unidos a las facciones desde finales del siglo V, cuando Longino, cónsul a la sazón, hizo entrega de nuevos bailarines a cada facción.
En Constantinopla, los mimos aparecen unidos a las facciones desde finales del siglo V, cuando Longino, cónsul a la sazón, hizo entrega de nuevos bailarines a cada facción.
Artículos relacionados:
Fuentes :
Breve Historia de los Gladiadores, de Daniel P. Mannix. Ediciones Nowtilus S.L 2004
“Enciclopedia dell’Arte Antica
(classica e
orientale)”, Roma, 1981.
El impacto de la opinión pública
romana sobre el
comportamiento político de los
emperadores romanos Latomus
La ley gladiatoria de Italica, Madrid,
1958.
La vida
cotidiana en Grecia y Roma, de Ian Jenkins. Ediciones Akal.
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