Otras cloacas de Roma
Aparte de la conocida Cloaca
Máxima en Roma existía otra
cloaca importante del lado sudeste del Palatino,
denominada del Circo Máximo, porque
pasaba por debajo de la esquina de este. Recogía las aguas de las laderas del
monte Celio. Esta cloaca se obstruyó en la Edad Media y las
aguas salían a la superficie engrosando las de un riachuelo denominado acqua Marrana, que provenía del valle
del Camene, que también se
alimentaba del agua que aportada la vía
Tuscu-lana. Desembocaba en el Tíber,
aguas abajo de la Cloaca Máxima.
Otra cloaca,
de la misma época de los Reyes,
parte de la plaza Mattei y se dirige
en línea recta al Getto para
desembocar en el Tíber enfrente de la
isla Tiberina.
Aguas
abajo de la desembocadura de la Cloaca
Máxima existían otras cloacas, también importantes, del tiempo de la República. Una correspondía al final
del aqua Crabra, que venía desde la
villa de Cicerón en Tusculum, a lo
largo del valle Egeria y atravesaba
después el Circus Maximus.
Agripa, para contribuir al buen
funcionamiento de la red de cloacas, hizo que los aliviaderos de las siete traídas de agua de aquella época desembocaran directamente dentro de sus
conductos.
Las cloacas desembocaban en los ríos de las ciudades o se dejaban salir al campo, regulando las bocas de salida para que no se produjeran socavaciones. En cambio, parece que en Pompeya vertían desde lo alto de las murallas.
Las cloacas desembocaban en los ríos de las ciudades o se dejaban salir al campo, regulando las bocas de salida para que no se produjeran socavaciones. En cambio, parece que en Pompeya vertían desde lo alto de las murallas.
Las
secciones de las cloacas romanas estaban cubiertas de losa plana o también de
ladrillo. Algunas quedaron descubiertas y los ciudadanos se quejaban de su mal
olor.
Al
principio, los censores tenían la obligación de conservar las cloacas, pero luego se nombraron funcionarios especiales, los curatores cloacarum. La limpieza la hacían criminales condenados.
El agua de lluvia que circulaba por las calles entraba por registros especiales
de los que se han encontrado muchos en Pompeya; desembocaban directamente a
ellas las letrinas públicas.
Los
ciudadanos romanos pagaban, como los actuales, una contribución especial
denominada tríbutum cloacarum para
la limpieza y conservación de las
mismas.
El
trabajo de la construcción y conservación de la red de cloacas de Roma era tan temido y horrible que
muchos de los destinados a estos oficios se suicidaban para no proseguir en
ellos y era preciso tomar medidas extraordinarias contra los supervivientes.
Artículo relacionado:
Fuentes:
Ingeniería
Hidráulica Romana. Carlos Hernández Casado.
Análisis
crítico de la arquitectura y arte
Comentarios
Publicar un comentario