La mujer romana como campesina
La importancia de la mujer en las labores del campo o de la ganadería nos
es conocido, ya que en los pueblos aún hoy en día existe esa labor, un
poco más cómodo o más fácil de realizar por los avances tecnológicos con
los que contamos. En la antigua Roma, se valoraba el trabajo de las mujeres en el campo.
Se diferencia el tipo de trabajo realizado por la mujer: La esposa del propietario (la domina o la matrona). Y la mujer del capataz o uilicus (la uilica).
También hay fragmentos en el texto latinos, que dan refieren a
los trabajadores del campo, sin distinción de sexo, donde posiblemente
estarían las esclavas.
En De agricultura de Catón apenas se subrayan una decena de pasajes referentes a la mujer, siendo más numerosas, en cambio, las apariciones de la mujer en textos de Columela.
La mujer más acomodada de la sociedad romana, se conduce con valores diferentes a los tradicionales.
De ahí que aparece la uilica, esposa
del uilicus que participa
en las labores que en otro tiempo hubiera desarrollado la domina.
Uno de los primeros textos clásicos, donde se dan diferencian de los espacios que deben ocupar hombres y mujeres en la propiedad agrícola., nos lo da Jenofonte.
El ámbito doméstico es para las mujeres y el público para los hombres.
y en la labor conjunta del matrimonio, cada uno debe cumplir con las labores para las cuales han sido creados. Si lo hacen así, ambos colaboran en beneficio del caudal común.
El buen hacer de la mujer en la casa es tan importante como la labor del
marido en los negocios.
Columela nos explica las labores que le corresponde a la mujer del
capataz:
Museo Nazionale Romano in the
Baths of Diocletian, Rome, Italy. |
La campesina tiene la tarea de velar para que todo esté preparado, ante la llegada de dominus debe mantener cuidada en orden y listas todas las cosas de la casa.
Ovidio, en su obra Fastos, refleja la existencia de mujeres campesinas propietarias de la tierra en la que trabajan al señalar:
“La propia campesina propietaria lleva allí fuego cocido de una hoguera templada en un cuenco desbocado.”
En esta llanura –dijo (y señalaba la llanura)- una campesina ahorrativa tenía un pequeño terreno junto con su duro
marido. Él sacaba adelante su tierra, tanto si había que echar mano del arado,
como de la hoz corva, como del escardillo. Ella ora barría la granja, sostenida
con puntales, ora ponía los huevos a las gallinas para que los empollasen sus
alas. O bien recogía malvas verdes o setas blancas, o calentaba el humilde
hogar con grato fuego. Y, sin embargo, ejercitaba sus brazos frecuentemente en
el telar y se armaba contra las amenazas del frío.
Columela señala, respecto a la uilica, que:
lo que en
cierta medida viene a reconocer la importancia de la labor llevada a cabo por
la mujer, sin la cual la hacienda no podría mantenerse.
Le aconsejé que no estuviera siempre
sentada como una esclava, sino que procurara con la ayuda de los dioses atender
el telar como una señora, para enseñar lo que supiera mejor que otras y
aprender lo que peor supiera, vigilar a la panadera, presenciar los repartos
del ama de llaves, comprobar, recorriendo la casa, si todo estaba donde tenía
que estar. Esta me parecía que era al mismo tiempo su ocupación y su paseo.
También le dije que era un buen ejercicio físico, humedecer y amasar la harina,
sacudir y pelgar los vestidos y las mantas. Le dije que con estos ejercicios
comería más a gusto, gozaría de mejor salud y más aparentaría buen color
natural.
Las mujeres en la Antigüedad y la Edad Media. E. Anaya.
Para un estudio de la vilica dentro de la familia rustica y su comparación con el vilicus, vid. Rubiera Cancelas (2010).
Columela, De Agricultura, XII, Prefacio. 100 Columela, De Agricultura, XII, I. 101 Columela, De Agricultura, XII, 2 y 3.
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