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La reina africana que derrotó a Roma.

Reina Amanirenas. Image credit HappySloth via Shutterstock


Casi olvidada en el tiempo, la historia de la reina kandake Amanirenas se centra en un conflicto que comenzó en el año 30 a. C, al poco de que Augusto dominara Egipto.

El Reino de Kush desapareció en el año 300 dC. Pero antes, una feroz reina guerrera logro una gran hazaña, organizar a las tribus que vivían en el noreste de África, al sur de Egipto.

Ni el emperador ni toda Roma pudieron desmoronar la determinación de un pueblo que juró nunca doblar la rodilla.

El reino de Kush (Nubia)

La reina Amanirenas reinó sobre Nubia desde el 40 a. C. hasta el 10 a.C. El Rey, su esposo, murió al inicio de la guerra, dejando a la Reina en su lugar. Este reino se encontraba a orillas del río Nilo, al sur de Egipto. Toda la región era rica en materias primas, sobre todo en minas de oro, por lo que era habitual que tuviera muchos conflictos de intereses. El reino de Kush y Egipto se enfrentaron y se reconciliaron varias veces.

Alrededor del 750 a. C., Kush conquistó Egipto, y el gobernante kushita Piye se declaró faraón e invirtió en un renacimiento de la construcción de pirámides. Los asirios en 672 a. C. liberaron Egipto, pero no pudieron eliminar a Kush debido a los cientos de kilómetros de desierto entre Meroe, la capital, y Egipto; un obstáculo con el que Roma se enfrentó posteriormente.

Kingdom of Kush on a map. Image credit Peter Hermes Furian via Shutterstock



En agosto del año 30a. C Augusto tomo el control de Egipto. Para asegurar la región, Augusto envió varias legiones bajo el mandato de Cornelio Galo, este estaba orgulloso de sus logros y construyo monumentos en su honor, Augusto le reprendió por glorificarse a sí mismo. Y Galo se suicidó.

Elio Galo sucedió a Galo, sus expediciones fallidas en Arabia en el 25 a. C. dejaron a Egipto vulnerable. Galo también impuso tributos e impuestos en las provincias del sur de Egipto, algunas de las cuales incluían pueblos de Kush, que se resintieron esta nueva opresión.

El malestar en el liderazgo romano-egipcio tras el suicidio de Galo creó una vulnerabilidad que el Reino de Kush podía explotar. Además, la reasignación de tropas de Elio en Arabia dejó desprotegidas el sur de Egipto.

En el 24 a. C., la reina Amanirenas (las reinas, llamadas kandakes, recibían entrenamiento militar y todas las veneraban como diosas) y el rey Teriteqas dirigieron un ejército de 30.000 soldados a territorio romano y eliminaron la única resistencia que encontraron; una guarnición en Philae. Los ejércitos del Rey y la Reina saquearon tesoros, tomaron cautivos a ciudadanos romanos y cortaron la cabeza a una estatua del emperador Augusto. Sin embargo, poco después de que comenzara la guerra entre Roma y los kushitas, el esposo de la reina Amanirenas, el rey Teriteqas, falleció.

La escalada de este pequeño reino, en relación con el poderío de Roma, requería represalias. Más de 10.000 soldados romanos marcharon por el Nilo y derrotaron a un ejército kushita que los superaba en número. El líder romano Petronio capturó a varios generales kushitas, quienes lo engañaron al afirmar que Napata era la capital actual y que el hijo de Amanirenas gobernaba a los kushitas. Petronio arrasó Napata y esclavizó a sus habitantes. Sin embargo, perdió la oportunidad de atacar a Meroe debido a la dificultad de atravesar la gran región desértica. Que separaba ambas ciudades.

Soldados romanos Image credit Vuk Kostic via Shutterstock


La reina Amanirenas tomó represalias y empujó a las tropas romanas invasoras de regreso a su guarnición en Primis. Durante estos conflictos, un soldado romano le mutiló un ojo, por lo que Estrabón la describe como "una mujer masculina... que había perdido un ojo".

La invasión de Napata fue un éxito para los kushitas, la reina sufrió y perdió tanto a su esposo como a su hijo durante las hostilidades. En el 22 a. C., las fuerzas aliadas de las tribus kushitas rodearon a Petronio en la ciudad de Primis, el gobernador romano solicitó que la reina visitara al emperador Augusto para negociar la paz. 

En su lugar, la reina envió emisarios, cosa inusual para un reino pequeño cuando se trataba de Roma, pero esta fue su forma de expresar su poder. Augusto se concentraba en las amenazas de Partia, cuando recibió a los mensajeros de Amanirenas. Le entregaron un paquete de flechas doradas: un regalo para un amigo, o "armas que Roma necesitará" si rechazaba las demandas kushitas. 

Por respeto a la reina Amanirenas, Augusto accedió a sus demandas. El tratado de paz del 21 a.C. dio como resultado que Roma retirara las tropas y remitiera los reclamos de impuestos de los territorios kushitas ocupados, además, Roma reconoció el reino como soberano. Esta victoria significó una de las pocas veces que un pequeño líder, una Reina en un mundo patriarcal, superó la fuerza de Roma.

Otra reina siguió después de la muerte de Amanirenas, heredando la paz y la fuerza que le quedaban. El reino kushita duró varios cientos de años más hasta el siglo III dC. La historia de la victoria de Kush, dirigida por una reina tuerta, persistirá en el tiempo.


Busto encontrado en las ruinas de Meroe. Museo Británico






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