El silfio conocido también como laserpicio por los romanos, fue considerado tan valioso como el oro o la plata. Sin embargo, se extinguió en época de Nerón. Nerón consumió el último tallo.
Silfio
Entre Cartago y Egipto, existía un vasto territorio conocido como la Cirenaica. El producto que exportaba Cirene, la actual Libia, era una planta muy especial conocida como silfio. Después de su cosecha, se exportaba a Roma y otros lugares.
Fue tan importancia el silfio, que su imagen se imprimió en el reverso de monedas acuñadas en Cirene desde finales del siglo V a.C. Gracias a ellas podemos conocer más o menos el aspecto que tenía esta planta.
Los romanos usaban el silfio como perfume, como medicina, como afrodisíaco y lo convertían en un condimento, llamado láser, que vertían sobre casi todos los platos.
Se cree que Silphium es una especie de Ferula cuyos equivalentes modernos incluyen el hinojo y la asafétida, una especia que se usa a menudo en la cocina india.
Plinio, en su Historia Natural, lo define así:
"El laserpicio, al que los griegos llaman silfion, originario de Cirenaica, cuyo jugo es llamado láser, es excelente para uso medicinal y es pesado en denarios de plata".
Heródoto, Teofrasto y Plinio el Viejo escribieron extensamente sobre la planta y el láser. Plinio lo elogió como cura para las mordeduras de perro, el veneno de serpiente y las hemorroides. Podía usarse como anticonceptivo y la planta en sí era un vegetal muy apreciado.
Sólo se ha encontrado un tallo", se lamentaba el cronista romano Plinio el Viejo en su Historia Natural del siglo I d.C., "y ha sido regalado al emperador Nerón".
En decenas de recetas de la recopilación de Apicio se pide silfio, en una de sus tres formas: resina de goma pura, denominada laser vivum; resina mezclada con harina (laserpicium); o la raíz seca (laseris radix), que generalmente se corta en trozos y se machaca en un mortero con otros condimentos.
Plinio, en su Historia Natural, se hace eco de una leyenda que relata el nacimiento del silfio:
"Las lluvias, por lo general, traen consigo algunas semillas, y caen de alguna especie determinada, a veces también de alguna desconocida, lo cual ocurrió a la región de Cirene, cuando por primera vez nació allí el silfio [...]. Nació también un bosque muy cerca de esa ciudad, tras una lluvia densa y negra como la pez".
Aunque griegos y romanos lo intentaron, no lograron domesticar el cultivo de la planta. El silfio tenía que ser recogido en estado silvestre, y aunque la cantidad que se podía cosechar estaba muy regulada, también existía un floreciente mercado negro dedicado al tráfico de esta planta.
Según una detallada descripción de Teofrasto podemos conocer como era la planta.:
"El silfio tiene una gran cantidad de raíces gruesas; su tallo es como del tamaño de un codo, y es casi tan grueso; la hoja, que ellos llaman maspeton es como el apio: tiene un fruto ancho, que es como la hoja, por así decirlo, y le llaman phyllon.”
Algunos estudiosos opinan que el silfio aún existe en algún lugar.
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