La isla Tiberina
Su ubicación única
Según la leyenda, en el año 293 a. C., durante una plaga, los romanos enviaron una delegación a Grecia para recuperar una estatua de Esculapio: el dios de la medicina.
A su regreso, mientras se acercaban a la isla, una serpiente sagrada del bastón de la deidad aparentemente se deslizó hasta la orilla y desapareció en una zona rocosa. Esto fue interpretado como una señal divina para construir un templo.
Este templo, que al parecer estaba dedicado a Esculapio, transformó la Isla Tiberina en un importante centro médico.
Los peregrinos afectados por diversas dolencias viajaban grandes distancias para buscar curas, creyendo firmemente en los poderes curativos divinos atribuidos al templo y sus alrededores.
Este fenómeno, conocido como incubación, implicaba que los pacientes dormían en el templo. Muchos esperaban recibir un sueño que revelara una cura del propio Esculapio.
Como se puede observar, la medicina, en la antigua Roma, estaba intrínsecamente ligada a sus creencias espirituales; pensaban que la salud y la intervención divina estaban inseparablemente unidas.
Además, el aislamiento de la isla ayudó a mantener una zona de cuarentena, que controlaba la propagación de enfermedades entre la población.
Como resultado, esta ventaja geográfica estratégica garantizó que la Isla Tiberina siguiera siendo una parte vital de la infraestructura sanitaria de Roma hasta el colapso del Imperio a fines del siglo V.
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