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Navegación romana

fresco de la casa de Vetti


Los antiguos, conocían bien el comportamiento climático estacional del mar Mediterráneo, a efectos de navegación, dividían el año entre una época apropiada, el mare apertum, que se  inauguraba con la ceremonia del Navigium Isidis descrita en "La Metamorfosis" de Apuleyo, y el mare clausum, época en la que la navegación no estaba prohibida pero se intentaba evitar a menos que fuese imprescindible.

Los estudiosos de la navegación antigua en el Mediterráneo admiten de forma generalmente unánime que no todo el año era apto para la navegación de altura.

Hesíodo nos señala el otoño/ invierno como mala época para la navegación, sobre la primavera hace unas advertencias de índole general, y sólo el verano lo señala como la época del año idónea para la navegación y, en concreto, reduce la temporada óptima a los 50 días que preceden a la caída de las Pléyades, es decir desde fines de julio a mediados de septiembre. Sin embargo la navegación comercial tenía lugar casi exclusivamente entre los meses de marzo y octubre, es decir, durante la temporada más benigna del año.




museo arqueológico de Catania

Sólo durante el duro invierno, por el frío y la mayor duración de las noches y la intensificación de los temporales, el mar debía ser muy poco frecuentado, salvo para cortos trayectos de cabotaje. Sin embargo, la navegación de ámbito regional y local tenía periodos de actividad bastante más flexibles.








Otro condicionante natural para la navegación son los vientos. La inconstancia de los vientos mediterráneos y su orientación tan variable, a veces impusieron paradas de varios días de duración, pero  también permitieron que el tráfico comercial se desarrollara en todas direcciones, sin necesidad de que hubiera temporadas de espera.






Los navegantes romanos utilizaban una navegación costera, de  este modo, mantenían su rumbo sin perder de vista las tierras. El correcto conocimiento de las referencias costeras juega un papel muy importante en la orientación.

museo arqueológico de Catania

Pero la  iconografía, la arqueología y las fuentes literarias han demostrado que las navegaciones en la antigüedad no eran exclusivamente dependientes de la visión costera para realizar con éxito largas travesías.

Al control de la ruta contribuía entre otras también  el dominio de la orientación mediante la observación astral y otras señales.


escandallo romano
Un instrumento tan modesto como el escandallo tenía un papel importante para el reconocimiento de la costa en los momentos de escasa visibilidad o de fondeo nocturno. Además de medir la profundidad, la configuración cóncava de su base, a la que se le añadía resina o betún, permitía conocer la naturaleza de los fondos marinos, e, incluso, mediante el sabor y olor de los distintos fangos adheridos al sacarlo, distinguir los fangos próximos a los estuarios de grandes ríos como el Po, Ródano o el Ebro.






La documentación más antigua sobre la orientación de los marinos nos remite reiteradamente al vuelo de las  aves la práctica de soltar aves desde los navíos permitía conocer la dirección en la que se localizaba la costa más cercana.

Aunque la utilización de las aves como sistema de orientación persistió, los viajes de los fenicios y griegos a Occidente se inscriben ya en un dominio claro de la orientación astronómica; y los romanos como herederos de su tradición naval la siguieron.


En las navegaciones locales y regionales los sistemas de orientación a partir del reconocimiento de las referencias costeras no perdieron nunca vigencia.

La navegación de las embarcaciones de guerra, por el contrario, tenía lugar durante todo el año, por la necesidad de patrullar las costas y para la posible represión de la piratería. Estas eventualidades, condicionadas por la intemperie, fueron muchas veces fatales.





Sistemas de navegación en uso en época romana:

Navegación de cabotaje. Cada noche se fondea, con navegación a la vista de las costas y entre núcleos habitados próximos.

Navegación de gran cabotaje. Como el anterior, pero sin “etapas”.

Navegación de pequeño cabotaje. Se efectuaba preferentemente durante el día, en la proximidad de las costas y, por lo tanto, navegando a la vista, para unir los centros costeros separados entre sí no más de 25-30 millas náuticas.

Navegación de altura. De largo recorrido, se enfrentaba con amplios trechos de mar abierto, lejos de las costas y se dirigía hacia lugares a menudo muy distantes del puerto de partida.





Fuentes :
V. M. GUERRERO AYUSO (1988), «La navegación en el mundo antiguo. Mercantes fenicios y cartagineses»,
M. LUZÓN NOGUÉ y L. M. COÍN CUENCA (1986), «La navegación pre-astronómica en la Antigüedad: utilización de pájaros en la orientación náutica»
G. CHIC GARCÍA (1995), «Roma y el mar: del Mediterráneo al Atlántico», 


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