El Axioma de Vespasiano,
Las fullonicas eran un buen negocio, tanto que el emperador Vespasiano, al llegar al poder y encontrarse con las arcas vacías, se inventó un impuesto para gravar la recolección de orina en los baños públicos, el urinae vectigal, tributo por el que su propio hijo Tito le reclamó por la naturaleza “asquerosa” del asunto.
Atqui ex lotio est (y eso que viene de la orina) – dejando para el futuro el llamado Axioma de Vespasiano,
Pecunia non olet
(el dinero no apesta), para referirse a que el dinero es válido sin importar su procedencia.
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