El parto en Roma
El parto en Roma
En
la antigua Roma eran las parteras (comadronas) las encargadas de ayudar a nacer
a un niño. Solo en caso de que peligrara
la vida de la madre o del bebe acudía un
médico.
En medio y en el lugar donde se sienta
la mujer, es preciso que sea recortada una apertura en forma de media luna, de
tamaño mediano, de forma que la parturienta no se hunda hasta las caderas, pero
que además la zona genital no sea comprimida en razón de su estrechez, lo cual
es más penoso aún. La comadrona puede siempre completar una abertura demasiado
grande rellenándola con ropa. La anchura total de la silla debe ser capaz de
recibir a mujeres incluso muy obesas, su altura será media.
Para las mujeres pequeñas, se colocará un taburete bajo los pies para compensar la talla de sus miembros [...]. En la parte superior, a los lados del asiento habrá dos brazos formando una u invertida, mediante unos tirantes, a fin de que las manos puedan apoyarse en ellos cuando haga esfuerzos. Finalmente, tendrá un respaldo inclinado de forma que los riñones y las caderas encuentren allí una resistencia a las contracciones (Gin. II 3).
Además aconseja que la presencia de una obstetrice (comadronas) estas mujeres deben poseer conocimientos elementales, ser vivaces de espíritu, memoria, ardor en el trabajo, discreción, ser sensibles tener miembros bien proporcionados dedos largos con uñas bien recortadas. Y, tras enumerar los requisitos, va explicando el porqué de cada uno.
Uno de los mayores peligros de la partera era, la superstición, Sorano las pone en guardia contra ella y contra el empleo de medios abortivos, pero les da consejos previendo operaciones difíciles, como la inversión del feto y el uso de algún método para salvar la vida de la madre.
También recomienda tener tres
ayudantes para calmar los miedos de las parturientas mejor otras mujeres si es posible que hayan pasado por el trance
de dar a luz. Estas mujeres deben situarse: dos a los lados y una detrás. Su
misión es la de aguantar a la paciente e impedir que se deslice a causa de los
dolores. Si no hubiere silla obstétrica, se puede obtener la misma disposición
sentando a la parturienta sobre las rodillas de una mujer, pero es preciso
entonces que esta sea vigorosa para soportar el peso de la parturienta sentada
sobre ella y para mantenerla durante los dolores.
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Fuentes:
I
libro dei gynaeceia di Sorano di Efeso. Trattato ginecologico del I secolo d.C.
Las parteras de Mustio
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