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El parto en Roma

 

Relieve en mármol. Ostia Antica.




El parto era y siempre ha sido algo serio, no hay que tenerle miedo, pero si respeto. Para toda mujer representa un reto, una aventura y una dura prueba, un duro trance con un final feliz la mayoría de veces. Veamos cómo eran en la antigua Roma.


El parto en Roma



En la antigua Roma eran las parteras (comadronas) las encargadas de ayudar a nacer a un niño.  Solo en caso de que peligrara la vida de la madre  o del bebe acudía un médico. 


El tratado de Sorano de Efeso .

Gracias a Sorano de Efeso que nos dejó un tratado sobre las enfermedades de la mujer titulado Ginaekeia (Ginecología), conocemos como era el parto para las romanas.

En ese tratado nos deja una serie de consejos e indicaciones para preparar un buen parto recomienda: baños en una bañera, baños en la piscina de agua tibia, “aplicaciones calientes, inyecciones de aceite de oliva...” “una habitación bien arreglada, con dos camas, una blanda para que repose después de dar a luz, y otra dura para que esté durante el parto”, preparara productos y objetos de higiene aceite de oliva para las inyecciones; agua caliente para lavar los genitales; cataplasmas calientes para sedar los dolores; esponjas suaves para absorber los diversos flujos; una pieza de lana para cubrir las partes femeninas; vendas para fajar al recién nacido; un cojín para depositar al bebé; poleo o menta, una pasta hecha con harina de cebada, manzana, membrillo, limón, melón, pepino que sirven para estimular a la parturienta agotada.

El parto se realizaba sobre silla obstétrica. Sorano describe:


En medio y en el lugar donde se sienta la mujer, es preciso que sea recortada una apertura en forma de media luna, de tamaño mediano, de forma que la parturienta no se hunda hasta las caderas, pero que además la zona genital no sea comprimida en razón de su estrechez, lo cual es más penoso aún. La comadrona puede siempre completar una abertura demasiado grande rellenándola con ropa. La anchura total de la silla debe ser capaz de recibir a mujeres incluso muy obesas, su altura será media.

Para las mujeres pequeñas, se colocará un taburete bajo los pies para compensar la talla de sus miembros [...]. En la parte superior, a los lados del asiento habrá dos brazos formando una u invertida, mediante unos tirantes, a fin de que las manos puedan apoyarse en ellos cuando haga esfuerzos. Finalmente, tendrá un respaldo inclinado de forma que los riñones y las caderas encuentren allí una resistencia a las contracciones (Gin. II 3).

Además  aconseja que la presencia de una obstetrice (comadronas) estas mujeres deben poseer conocimientos elementales, ser vivaces de espíritu, memoria, ardor en el trabajo, discreción, ser sensibles tener miembros bien proporcionados dedos largos con uñas bien recortadas. Y, tras enumerar los requisitos, va explicando el porqué de cada uno.

 

 

Relieve en terracota procedente de la tumba de una comadrona. En la imagen podemos ver la labor de la comadrona y su ayudante, así como constatar el empleo de la silla obstetricia. Fuente: D’Ambra, 2007, p. 87.



Las posibles complicaciones del embarazo obligaban a las mujeres a utilizar ciertos vendajes que ofrendaban a los dioses tras el parto. Llevaban, asimismo, colgados al cuello amuletos que luego ofrecían como exvotos.

Uno de los mayores peligros de la partera era, la superstición, Sorano las pone en guardia contra ella y contra el empleo de medios abortivos, pero les da consejos previendo operaciones difíciles, como la inversión del feto y el uso de algún método para salvar la vida de la madre.

También recomienda tener tres ayudantes para calmar los miedos de las parturientas mejor otras mujeres si es posible que hayan pasado por el trance de dar a luz. Estas mujeres deben situarse: dos a los lados y una detrás. Su misión es la de aguantar a la paciente e impedir que se deslice a causa de los dolores. Si no hubiere silla obstétrica, se puede obtener la misma disposición sentando a la parturienta sobre las rodillas de una mujer, pero es preciso entonces que esta sea vigorosa para soportar el peso de la parturienta sentada sobre ella y para mantenerla durante los dolores.


La comadrona con una bata apropiada se sienta delante de la partera en posición más baja que ella: es preciso, en efecto, que la extracción del feto tenga lugar de arriba abajo. Una ayudante debe estar detrás de la partera, la comadrona siempre tendrá la vista puesta en la futura madre y la ira calnado de sus temores, diciendo todo irá bien.








 

  Artículos relacionados:

Las comadronas 




 Fuentes:

I libro dei gynaeceia di Sorano di Efeso. Trattato ginecologico del I secolo d.C.

Las parteras de Mustio






 



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