Hospitales de campaña (Roma)
Debido
a que en las batallas abundan los enfermos y los muertos, la medicina militar
avanzó mucho durante las grandes y largas campañas del Imperio Romano.
En
principio, no existía en Roma un criterio bien definido respecto a la Medicina
militar; consideraban que curaba más la palabra del jefe que cualquier
medicamento, y valía más el ejercicio que la actuación del médico para mantener
la salud. En los primeros tiempos no había organizado ningún servicio
de asistencia sanitaria en campaña. Acompañaban a los ejércitos combatientes,
curanderos, ungüentarios y esclavos que hacían las veces de médicos. Los
soldados se curaban unos a otros con apósitos medicamentosos que formaban parte
de su equipo. Pero los jefes y generales se hacían acompañar de médicos
griegos, esclavos o libres. De forma espontánea se fue creando un “cuerpo
médico” con aficionados a la cirugía que acompañaban voluntariamente a los
ejércitos. Fue la preocupación e interés de los emperadores, al observar que
morían más soldados por falta de cuidados que los que morían en la batalla, lo
que impulsó la creación de una organización sanitaria militar.
Se dotaron las unidades de médicos militares y auxiliares médicos, y se asignó a cada legión una ambulancia, un pequeño hospital, muy simple, destinado a seguir los movimientos de las tropas a fin de prestar los primeros servicios a los heridos.
Se dotaron las unidades de médicos militares y auxiliares médicos, y se asignó a cada legión una ambulancia, un pequeño hospital, muy simple, destinado a seguir los movimientos de las tropas a fin de prestar los primeros servicios a los heridos.
Se crearon unos hospitales de campaña móviles, constituidos en principio por una tiendas de campaña instaladas cerca de la línea de combate, pero en sitios resguardados y seguros, que Vegecio denomina “aegri contubernales” (compañeros enfermos).
Los heridos y enfermos reposaban en lechos de hojas secas o sacos de paja, y recibían los cuidados médicos en espera de ser evacuados o incorporados de nuevo a las unidades.
Los heridos y enfermos reposaban en lechos de hojas secas o sacos de paja, y recibían los cuidados médicos en espera de ser evacuados o incorporados de nuevo a las unidades.
Los aegri se fueron perfeccionando y dieron lugar, con el paso del tiempo, a los “VALETUDINARIA” móvil y fijo. En cada campamento había también un “VETERINARIUM” para tratamiento del ganado.
En los cuarteles, incluso en algunos campamentos, había hospitales de tamaño considerable construidos con tiendas de campaña. Normalmente, se disponían en forma de cuadrado en torno a un cuadrado abierto central: este diseño se mantuvo en gran medida en los edificios permanentes de las fortalezas.
La arquitectura de los valetudinaria era siempre la misma: un corredor central e hileras a ambos lados de pequeñas salas, cada una con capacidad para 4 o 5 personas. Estos hospitales fueron las primeras instituciones diseñadas para atender heridos y enfermos.
Había un hospital militar (Valetudinarium) en cada campamento permanente de la Legión. Es de destacar el de la base legionaria de Vetera Castra, cuyos parámetros de ingeniería sanitaria, comodidad e higiene no fueron alcanzados por los hospitales militares hasta muy avanzado el siglo XIX. Contaban con habitaciones para los heridos, y disponían de farmacia y cocina, y una excelente provisión de agua, además de un quirófano en el que intervenir a los soldados en plena contienda.
La arquitectura de los valetudinaria era siempre la misma: un corredor central e hileras a ambos lados de pequeñas salas, cada una con capacidad para 4 o 5 personas. Estos hospitales fueron las primeras instituciones diseñadas para atender heridos y enfermos.
Había un hospital militar (Valetudinarium) en cada campamento permanente de la Legión. Es de destacar el de la base legionaria de Vetera Castra, cuyos parámetros de ingeniería sanitaria, comodidad e higiene no fueron alcanzados por los hospitales militares hasta muy avanzado el siglo XIX. Contaban con habitaciones para los heridos, y disponían de farmacia y cocina, y una excelente provisión de agua, además de un quirófano en el que intervenir a los soldados en plena contienda.
El campo de la cirugía fue en el que más profundizaron. Los médicos romanos tenían métodos quirúrgicos militares
sorprendentemente avanzados para el tratamiento de las heridas. Esto queda reflejado en su amplia variedad de instrumentos quirúrgicos.
Incluyen fórceps para extraer proyectiles tales como flechas, sondas, espátulas para aplicar ungüentos, pequeñas palas con una cuchilla en el extremo, horcas para separar el tejido muscular, pinzas, agujas tanto curvas como rectas, y tablillas para piernas.
Todos ellos sabían cómo usar los torniquetes, los clampajes arteriales y las ligaduras para parar la pérdida de sangre, y también amputaban para prevenir gangrenas mortales.
En las amputaciones la carne sobre la herida se cortaba sobre el hueso con un escalpelo, pero no sobre articulaciones, y entonces el hueso era serrado, dejando suficiente piel colgando, para después alisar el hueso, doblar la piel encima y coser para cubrir el hueso.
sorprendentemente avanzados para el tratamiento de las heridas. Esto queda reflejado en su amplia variedad de instrumentos quirúrgicos.
Incluyen fórceps para extraer proyectiles tales como flechas, sondas, espátulas para aplicar ungüentos, pequeñas palas con una cuchilla en el extremo, horcas para separar el tejido muscular, pinzas, agujas tanto curvas como rectas, y tablillas para piernas.
Todos ellos sabían cómo usar los torniquetes, los clampajes arteriales y las ligaduras para parar la pérdida de sangre, y también amputaban para prevenir gangrenas mortales.
En las amputaciones la carne sobre la herida se cortaba sobre el hueso con un escalpelo, pero no sobre articulaciones, y entonces el hueso era serrado, dejando suficiente piel colgando, para después alisar el hueso, doblar la piel encima y coser para cubrir el hueso.
En las legiones había personal de apoyo que atendía a los enfermos y heridos puntuales en el mismo campamento. El más importante era el doctor medicus cuyo prestigio parece haber sido equivalente al de centurión. Gran número de médicos procedían de Grecia. Estos médicos poseían elevados conocimientos de medicina.
El primer cuerpo profesional de médicos militares los estableció el emperador Augusto, hasta entonces la suerte de los soldados heridos dependía de lo que cada general decidiera. Julio Cesar, tenía médicos de campaña, otros no llevaban ningún médico, dejando a los heridos al cuidado de sus compañeros.
Para Augusto era muy importante el alta moral de sus tropas, y por consiguiente era importante que los soldados supieran que un grupo de médicos les aplicarían los cuidados necesarios para salvar sus vidas.
Para atraer a médicos al ejército, Augusto confirió el staus équite y los derechos de ciudadanía completa a todo médico que se enrolase en el ejército. Les ofreció los mismos beneficios monetarios y las mismas cantidades de tierra cuando se retiraran, y estaban exentos de algunos impuestos.
Los primeros auxilios se suministraban en el mismo campo de campaña por el médico que praefectus castrorum, que era el tercer oficial en orden de importancia de la legión, el medicus primus era el médico entrenado que cumplía su servicio en la legión, el tiempo de servicio unos 25 años.
Un médico militar, Pedanius Dioscurides, escribió Materia médica, un texto que, citado por Galeno, fue utilizado durante mucho tiempo. Antigono elaboro un remedio para el dolor de cabeza que contó con la aprobación de Galeno, Axius un oculista de la flota británica, classis britannica elaboro un bálsamo ocular que incluía sulfuro de mercurio.
Estos hombres fueron grandes médicos. El nivel del medicus medio podía ser mucho más bajo, Celsus otro autor que escribe sobre medicina, nos cuenta que los doctores militares, al igual que los cirujanos de las escuelas de gladiadores, tenían mucha más oportunidades de estudiar anatomía que sus compañeros que se ocupaban de los pacientes civiles.
Por debajo de los médicos había otro personal, por ejemplo el optio valetudínarii que se encargaba de la supervisión y administración del hospital.
Los capsarii encargados del botiquín de primeros auxilios, la capsa, ofrecían un tratamiento básico y menos especializado que el de los médicos. Posiblemente, el capsarii atendía a los heridos en el campo de batalla ofreciendo unos primeros auxilios, se trataba de curar rápidamente a los heridos menos graves para que volvieran al campo de batalla lo antes posible. Parece que había al menos dos o tres de ellos en cada una de las cohortes y que no se trataría propiamente de personal médico, sino de legionarios especialmente adiestrados para ofrecer un tratamiento básico y rápido, sobre todo, en los momentos inmediatamente posteriores a los del choque con el enemigo.
Agrícola, tuvo que entrar en combate en una ocasión sin ellos, ya que una de las legiones carecía temporalmente de ese personal. El general ordenó a varios de sus servidores que, en dos días, aprendieran lo que pudieran y les entregó botiquines con la orden de acompañar a las tropas. Cuando uno de sus lugartenientes lo vio, cuestionó la utilidad de ese remiendo ante lo que Agrícola espetó... “... Hay que ofrecer a todo hombre una esperanza”.
Los más graves eran transportados en las “arceras” las ambulancias de los romanos (carros tirados por animales). Como ambulancia, es presumible que se empleara un carro ligero de dos ruedas por cada cohorte, también las había de cuatro ruedas que disponía de suspensión, una verdadera innovación tecnológica de aquellos tiempos que consistía en suspender la caja mediante correas de cuero.
Este vehículo era utilizado para trasladar a sus enfermos y heridos a los hospitales de campaña, donde eran atendidos por los médicos que permanecían en el campamento para tratar al resto de soldados y enfermos.
Los capsarii encargados del botiquín de primeros auxilios, la capsa, ofrecían un tratamiento básico y menos especializado que el de los médicos. Posiblemente, el capsarii atendía a los heridos en el campo de batalla ofreciendo unos primeros auxilios, se trataba de curar rápidamente a los heridos menos graves para que volvieran al campo de batalla lo antes posible. Parece que había al menos dos o tres de ellos en cada una de las cohortes y que no se trataría propiamente de personal médico, sino de legionarios especialmente adiestrados para ofrecer un tratamiento básico y rápido, sobre todo, en los momentos inmediatamente posteriores a los del choque con el enemigo.
Agrícola, tuvo que entrar en combate en una ocasión sin ellos, ya que una de las legiones carecía temporalmente de ese personal. El general ordenó a varios de sus servidores que, en dos días, aprendieran lo que pudieran y les entregó botiquines con la orden de acompañar a las tropas. Cuando uno de sus lugartenientes lo vio, cuestionó la utilidad de ese remiendo ante lo que Agrícola espetó... “... Hay que ofrecer a todo hombre una esperanza”.
Los más graves eran transportados en las “arceras” las ambulancias de los romanos (carros tirados por animales). Como ambulancia, es presumible que se empleara un carro ligero de dos ruedas por cada cohorte, también las había de cuatro ruedas que disponía de suspensión, una verdadera innovación tecnológica de aquellos tiempos que consistía en suspender la caja mediante correas de cuero.
Este vehículo era utilizado para trasladar a sus enfermos y heridos a los hospitales de campaña, donde eran atendidos por los médicos que permanecían en el campamento para tratar al resto de soldados y enfermos.
Para los médicos era muy importante minimizar las bajas por enfermedad, tanto en tiempo de paz como de guerra, por lo que se ponía mucho énfasis en la higiene, cloacas, alcantarilla, suministro de agua limpia, dieta saludable y variada, inspecciones médicas aceites para protegerse del sol y repelentes de insectos. En el ejército solo se permitía el ingreso de reclutas sanos y se les exigía limpieza personal, de ropa y equipamiento.
Para saber más:
Fuente:
“Las grandes batallas en la historia de la cirugía militar” Rev. “Medicina Militar ”
-Alegría J. (1989) “El hombre y la guerra”
Howard W. Haggard. El Médico en la Historia. IV Edición. Buenos Aires
“Los hijos de Asclepio”LUIS GÓMEZ RODRÍGUEZ 2013
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Muy curioso y lucrativo.
ResponderEliminarMuchas gracias María .
Eliminarun cordial saludo.
Muy interesante.
ResponderEliminarIlustrativo. Muy necesario. Eran genios
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