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Las Vestales I



Introducción.


El sacerdocio de la diosa Vesta, era un elemento clave dentro de la religión y de la sociedad romana, su misión era mantener vivo el Fuego Sagrado de la diosa Vesta.
El culto a Vesta se tuvo que adaptar en cada momento de la historia de Roma debido a su larga trayectoria.
Las vestales, dejando de lado a las flaminicae, son el único sacerdocio femenino, convirtiéndose en algo especial si tenemos en cuenta la inferioridad jurídica de la mujer romana de la época. 
Ser vestal eran la única excepción en la que la mujer salía de la patria potestas sin sufrir la pérdida de derechos civiles, ya que transitaba hacia un estado de relativa independencia, el pontifex era quien asumió a partir de ese momento su tutela. Una tutela muy diferente de su situación anterior, esa dependencia se basaría en su condición de sacerdos.
Las nuevas circunstancias de esta mujer, al ser aceptada al sacerdocio como vestal, hacen de este sacerdocio un caso excepcional dentro de la sociedad romana, al tener en cuenta la situación de la mujer. Esta excepcionalidad respecto al resto de las mujeres, vendría marcada por los requisitos necesarios para ser aceptada. Unos requerimientos que serían muy importantes, si tenemos en cuenta que el sacerdocio de Vesta estaría vinculado con la totalidad de la comunidad y su prosperidad. Por eso, no se podía tolerar, la penetración de ningún elemento que pudiera perjudicar la pax deorum.



Las Vestales.


Vesta era la diosa del fuego del hogar, que se correspondía con la diosa griega Hestia. Su culto, Vesta, representa a la mujer en el ámbito de la familia romana, pero más concretamente, representa a la mujer en el hogar. Vesta era virgen y de esta manera, preservando su virginidad, es como se simbolizaba su pureza. El culto de la diosa Vesta era atendido por el Pontífice Máximo y por las vírgenes vestales.
El culto al fuego, nacía de la necesidad de mantener un brasero permanentemente activo. El fuego sagrado se presenta como un elemento fundamental y muy importante para la supervivencia y la prosperidad de la ciudad.
Según Dionisio de Halicarnaso y Ovidio, el fuego está consagrado a Vesta porque es tierra. Cicerón sostiene que las vestales fueron creadas para custodiar el fuego sacro del hogar público de la ciudad y tenían una serie de privilegios concretos que las diferenciaban del resto de las mujeres.
  




"Las Vestales" de Jacques Gamelin 


Las vestales representan, para la comunidad, la imagen visible de la diosa Vesta y el símbolo de la pureza que la caracterizaba. El fuego y la virginidad están íntimamente relacionados con las vírgenes vestales, pues la pérdida de la virginidad o la simple extinción del fuego sacro eran ambos presagios funestos para la comunidad.
Livio Plutarco, mencionan el origen del sacerdocio y lo vinculan con Numa, atribuyéndole la creación del mismo y de las primeras características. Dionisio, por ejemplo, menciona el hecho de que algunos autores atribuyen la construcción del templo a Rómulo, relacionándolo con el hecho de que su madre hubiese sido una vestal.

Acceso de las vestales.

Las vestales debían de tener entre seis y diez años de edad para poder entrar al servicio de la diosa, las niñas aún no habían llegado a la pubertad, lo que  garantiza completamente la ausencia de cualquier mancha.
Las que eran elegidas para ser vestales quedaban de alguna manera “aisladas” del resto de mujeres al ser suprimido su potencial sexual relacionado con la procreación.

La vestal no podía tener defectos físicos, ni tartamudear, la joven que tuviera esos defectos  era considerada imperfecta para ser aceptada como vestal y no era lícito elegir, puesto que si tenía cualquier defecto físico no podría realizar correctamente las obligaciones y tareas que debían realizar.

Debía ser patrima et matrima, sus padres tenían que estar vivos, no haber sido emancipada y estar bajo la patria potestas del padre, no podía estar bajo potestad de su abuelo, ni haber sido esclavos. Sus padres no tenían que estar relacionados con asuntos que los romanos llamaban sordidum.

El encargado de realizar el rito de la captio era el pontifex maximus, se trataba de la ceremonia que convertía a la vestal en sacerdos Vestalis.

El sistema de la captio sufrió cambios con la introducción de la lex Papia. La selección y elección de las vestales entre los patricios sería el modo normal de proceder.

La lex Papia, de difícil datación, cambiaba el modo de selección de las vestales porque, a partir de ese momento, la elección se haría por sorteo en asamblea contio después de que el pontifex maximus hubiese elegido o seleccionado a veinte jóvenes del pueblo. Dentro de las posibilidades que esta nueva ley ofrecía, está la de incluir a las hijas de los libertos entre las posibles candidatas para convertirse en vestal.





Evitar ser elegida.

Se podía evitar ser elegida vestal. Podían negarse aquellas familias que tuvieran ya una hija vestal o cuyo cabeza de familia fuera sacerdote de uno de estos colegios: Pontífices, Flámines, Augures, Decénviros, Septénviros Epulones y Salios.
Se excluía de la elección a la hija de la esposa de un pontífice, a la hija de quien no tuviera casa en Italia y a la hija de quien tuviese ya tres hijos.

Características del servicio.

En la ceremonia de iniciación, recibían una túnica blanca y las cintas sagradas. La indumentaria de las vestales se componía de una palla y la túnica blanca bordada con bandas infulae y bandas vitae. Su cabeza se cubría con un suffibulum, que era un velo blanco y, además, una banda blanca que cubría la cabeza denominada ínfula, que estaba dispuesta a modo de turbante en seis pliegues.
   
En el templo de Vesta Óleo de Constantino Hölscher.

Durante todo su sacerdocio, las vestales vivían en el templo de Vesta, y en la casa contigua, el Atrium Vestae, ubicadas en el Foro y cerca de la casa del pontifex maximus.
El sacerdocio duraba treinta años, y se dividía en tres etapas diferentes, cada una de diez años.

De estos 30 años los 10 primeros como estudiante (Discípula) donde aprendían significados religiosos y cómo cumplir sus tareas en el templo; los siguientes 10 en servicio, donde cuidaban la llama y participaban en ceremonias de importancia (la Vestalia) y los siguientes y últimos 10 años como maestras de las jóvenes discípulas. Pasados estos 30 años de servicio podían dejar el templo y casarse si así lo deseaban. 

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Fuentes:

POMEROY, S.B., Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la antigüedad clásica, Madrid, 1990.

SAQUETE, J.C., Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana, Madrid, CSIC, 2000.
María José Alapont Muñoz. LAS SACERDOTISAS DE LA DIOSA VESTA
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